86.
Mi
corazón se purga con brincos, saliéndose de sí por expresar latidos y cercanía.
Él salta y se acomoda en pecho ajeno, para el coro que reclama mi naturaleza.
Así el poema amolda a formas de expresión, crece en temperatura y valencias de
universo. Pero, como el orgasmo, el poema es involuntario. Ambos nacen de la
persistencia en el amor.
La persistencia en
el amor, dije. Y creo ahora que ese
puede ser mi estilo personal, como el de muchos en la vida. Acaso existe un
amor sin insistencia, sin vuelta a cero y nuevamente puesta a andar. A veces
siento que lo que hice y lo que hoy hago, apuntó siempre a escribir el poema; no uno, sino el único. Y
para mi consuelo, leo lo mismo en otras vidas.
Ilustración: Gabriel Orozco (c)
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