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20 de julio de 2022

Breve como su propia...

 


177.

  Breve como su propia vida, Ren Hang –el fotógrafo chino cultor de la doble exposición–, supo expresar en imágenes tanto calma como movimiento. La obra contiene el devenir; lo sujeta en solo una palabra que, en intenso pasmo, pronuncia la mirada.

  Tan lejos y a tantos puede llegarse con el arte: una palabra solamente, y antes de cumplir los treinta años.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Ren Hang (c)


La brevedad antes ...



176.

  La brevedad antes; la síntesis intrauterina. Revisar cada palabra y cada línea muchas veces, como el cabello al peinarlo, o la dentadura tras cada comida. Que el poema supere el tiempo, aplique a letras un hombre primero y reciente a la vez. Que el poema sea un arco, reveló Miguel Veyrat –siempre consonante–, porque arco en griego suena igual que vida, dijo. 

  Y el arco impulsa, atrasa la edad, acerca el arte.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: La mente es maravillosa (c)

Poesía es una palabra...


 

175.

  Poesía es una palabra a tiempo, dijo alguien en redes sociales días atrás. Rescato la reflexión, en este momento mío de espera. Cuando floto en libertad sobre el abismo, cuando contemplo desde la línea del poema los puentes, los ríos incesantes, el tiempo que echa yodo al mar. El poema suspende el tiempo y viene en mi auxilio, como si fuera una de aquellas alfombras voladoras de Las mil y una noches. El marco y cuanto a su través transcurre; otro génesis y el lector a mi encuentro.

  Lo del lector es del sueño; lo del abismo refiere a la pandemia. El tiempo hiere al unísono cuerpo y amor, por eso detenerlo.

 (c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Unix Tumblr (c)


El cuerpo me despierta...


 

174.

  El cuerpo me despierta a las 2:30. Es un récord el de hoy. Antes del amanecer encuentro a una jovencita de Paz Bardi –plástica, que a mi vez descubro– con su brazo derecho pendiente, como si no esperara más que un roce o su color. Hay pigmentos rojos en la mano: ¿sangre o pintura? Da lo mismo: el arte nos transpira por igual con su primer tinte: el colorado.

  El arte siempre: en sueño y vigilia. Paraíso de los vivos, a la vez destino inapreciable.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Paz Bardi (c)


Polifonía en los estantes ...

 


173.

  Polifonía en los estantes más cercanos: un coro de voces se integra en orden inesperado, y lo supongo irrepetible. Lo cercano entonces es cuanto alcanzó de distancia a cercanías. Lo que queda y cuanto llevo: esta de hoy es una mirada diferente. Acaso haya un mundo de certezas tras el humo: este del abdomen, con dos años de espesor.

  Son las certezas de mi hermano cuerpo: deseo y belleza; y las certezas de mi hermana muerte: senda y destino. El arte como la única expresión auténtica del espíritu.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Jackson Pollock (c)


10 de julio de 2022

¡Pero cuánto está más ...!



172.

  ¡Pero cuánto está más cerca que antes! Lo que hasta hace poco no comprendía, esto que me guiña como viejo conocido, otra suavidad en superficies, la húmeda lengua que hasta mí extiende cada cosa.

 

  Las razones de corazón y mente son claras; lo que el otro escribe acaba siendo propio casi simultáneamente. Es solo este hedor del cuerpo, la herrumbre en herramientas.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Eugenio Recuenco (c)

Aunque pretenda poco ...

 


171.

  Aunque pretenda poco, haya acomodado deseos a mis posibilidades, cedo cuando me enfrento a la belleza. Tratándose del arte todo es posible en propias manos, aunque nada sea completo. La experiencia en la escritura consiste en acomodar la forma al sueño; sucede cuando las imágenes se afirman bajo las yemas, como si fueran piedras sobre las que vadear el río. Desatada la corriente, el poema puesto de pie se endereza e intenta el roce de su coronilla con los cumulonimbos.

  Estos últimos poemas míos son notables en intención, pero no tienen la mejor salud. Compruebo por eso que no son completos, ni llegarán a viejos; me cercan palabras de medio pelo.

 

  ¡Ah, la dificultad de mi decir, ha descendido hasta puño y teclados! Antes seleccionaba una palabra entre tres o cuatro posibles; ahora dejo a mi alcance etimologías y sinónimos. Hasta emprendo ejercicios para superar minusvalías y armo un diccionario.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Francine van Hove (c)

Entrar y salir...

 


170.

  Entrar y salir: adónde, hacia dónde. Aun hoy, la existencia es fractura de sorpresas y bodegón de misterios. Los abismos son ahora más profundos y la distancia vuelve a definirse con cuanto desconozco. Como durante la infancia perdida.

  Entrar y salir, y los cardenales malbec en brazos y piernas. Es tiempo de golpear con los marcos; esta casa mía de seis recintos monta horcas caudinas en sus aberturas. Es tiempo de atravesar barreras; cuento con solo un par de ojos que no se acostumbran al paso de luz con oscuridad y han ido debilitándose en los últimos meses.

 

  Es la historia común, dicen. Los músculos se debilitan, gravitan obedeciendo a fuerzas superiores. Las encías se retraen, los ojos sufren alguna de varias afecciones de visión –en mi caso el astigmatismo, que favorece los encandilamientos; huyo de los reflejos de mediodías y atardeceres soleados–. Las articulaciones se endurecen y el paso se vuelve corto. El tiempo se reduce por la necesidad de descanso. Pero, contra toda razón de envejecimiento, la necesidad de dejar concluido tanto testimonio escrito como se inició, escuece. Y aquí voy, actualizando y corrigiendo por segunda vez.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Hermes Ludovisi

En este tiempo...

 


169.

  En este tiempo prefiero dejar las ventanas abiertas; el sol hace lo suyo en las paredes y una brisa tenue desordena mis papeles sobre el escritorio. Antes me hubiera preocupado competir con los elementos. Ya no; gozo al observar libertad en las energías exteriores, seguramente porque comencé a desconfiar de mis fuerzas. La juventud agota en mi pequeñez; y por primera vez la aprecio en otros.

 

  Cómo y cuándo llegué hasta aquí, pregunto. El ayer y el hoy son en mí tan diferentes, que a veces me siento engañado. Me proyecto fuera del ventanal que diariamente me enfrenta con la luz, y soy del viento, del estruendo del mar a quinientos metros, de las voces en coro del dodecafonismo ciudadano. Comprendo que todo eso ya está en mí, y va poniéndose rancio con el correr de los días.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Stefan von Reiswitz (c)


Los anaqueles ...


 

168.

   Los anaqueles repletos de lecturas, y una nómina de estantes que en breve necesitaré. La caja forrada donde apilo papeles con lecturas que extraigo de la red, e imprimo para usos múltiples. El conjunto es la biblioteca dicha –Jorge Luis Borges–, porque el acento está en la voz, y solo después llega la escritura. Ida y vuelta en la oralidad, el oído atento a cuanto suena en derredor: los recitales, las grabaciones, una moda del audio libro, que aquí esperamos todavía.

  Aunque muchos no lo crean, primero hacía fe la palabra; mucho después dijo el latino verba volant, y los documentos nos esclavizaron.

 

  Acaso ahora, cuando me confino, la tecnología me propone un vuelo de palabra que alcance gloria al compartirse. Algo, digo, que supere perezas del lector, precios de impresión, descrédito de editores. La compañía de imágenes me convence; todos necesitan ver antes que escuchar.

 (c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Artesanas Chilenas (c)

Imaginate...



167.

  Imaginate: cumple años en enero, e incrédulo de que la fecha de nacimiento figure en el documento de identidad, lo mira para cerciorarse. ¿Y qué descubre? La fecha figura escrita sí, pero en un idioma que no es el del identificado. Jan dice, por January, ¿o será por Janeiro?, pregunta, y yo pregunto. ¡Qué mal voy si desde la identidad quedo colonizado!, dice. Si por January, somos deudores del norte angloparlante y no tardarán en apestillarnos; si por Janeiro, nos parece que renacen los bandeirantes. Imaginate. ¿Acaso podremos liberarnos?

  Libres primero, justos y soberanos por añadidura, dijeron.

 

  El mayor problema que tenemos con la historia es el olvido.  Y ese orín en las páginas del libro, los lomos de cuero saqueados, las expediciones interrumpidas, las búsquedas que se abandonaron, herencias recibidas que sirven al pretexto, el intento de satisfacer deseos individuales, la injusticia, el soborno.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilusttración: Globedia (c)



 

Quien comunica ...



166.

  Quien comunica, continúa diciendo Miguel Veyrat, siempre es hombre que se quitó su dios de encima. Quiere decir: quien suelta de sí la historia, este que no reconoce el límite y cree posible sujetar el tiempo. El hombre que flexiona la rodilla derecha, a punto de franquear umbrales porque ha cerrado el libro.

  Como Bahman Mohassess sangrando sus pulmones en el baño, cuando gritaba que sin dudarlo ya moría.

 

  El paso final al otro lado del espejo, en el caso de Miguel Veyrat, es un vuelo: Mi cuerpo es todo mi lenguaje, mi mente/ las palabras y mis hijos/ serán todos los vientos (…) ¿Qué será de ti cuando yo vaya creciendo/ ya sin luz y ya sin sombra, / sobre una lengua de aire viejo, tan solo/ hecha de tiempo?

–de Tenebrae, en Poniente, 2012–

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Eugene Delacroix (c)

La fecha se hunde ...

 


165.

  La fecha se hunde y el presente adensa. Como dice Joanne Kyger, llego con la dulce apreciación/ de un futuro extinguido, y tanto como a la poeta me urge el orden del extremo opuesto, ese que otros aprecien al notarme existente todavía. No el futuro de lunes y propuesta, no aquel que agota su tarde en almanaques de peluquería, ni el sagrado que en vano supusieron Ulises, Romeo o Gagarin, de regreso a puerto y mesa familiar.

  El tiempo es piedra pómez y el amor perdido escama, endurece pieles y mirada. Solo recuerdos cuando se ha vuelto infranqueable la noche. Soñadas fragancia y humedad de palmas sobre genitales del paraíso.

  Y el muro levanta sombras desprendidas del cuerpo.

 

  Hasta aquí llegué, hermano y hermanita. Solo ausencias en sagrarios que levantaron los mayores, y un sabor a cosa inacabada, el humo que me gana espacios hasta ahogarme, los que creyeron porque no dije, lo que interpretaron bien o mal en cuanto dejé escrito. Todo eso es mi vida; el diario será parcial cuando lleguen a buscarme.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Bahman Mohassess (c)


Corazón de carne y piedra ...



164.

  Corazón de carne y piedra, ha dicho Miguel Veyrat, siempre cercano, hermano en lengua, preguntas y esperanza. Y recuerdo a mi maestro de primera hora, Joaquín O. Giannuzzi, de corazón sangrante, arrojado a tumbos sobre el adoquinado. Son las condiciones de la época; nos piden la carne sensible, pero también la piedra avezada en resistencias. Empedrado el corazón entonces; la historia atestigua, como en tantos más.

  Nuestra experiencia, maestros -vivo uno y muerto el otro-, es la de páramos y jungla, impotencia en la palabra y fortaleza menguante, de muros sin escalas; al fin, la del silencio.

 

  Es que fui educado con el mito de lo eterno, y termino de espaldas al muro, frente al pelotón de fusilamiento. No callaré, no permitiré que se los olvide, me subiré a cuanto permanezca, y con ello haré el amor.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Hateshepsut (c)

 

La mujer que camina...

 


163.

  La mujer que camina por la playa mira sus pies; contempla la humedad, cuando se expande bajo presión del paso. Los recuerdos que abrillantan tesoros ocultos en la arena empapada, marchan luego a cadalsos del olvido. Hay selección indescifrable en pérdidas y encuentros. Porque hay dos miradas inconciliables, dos tiempos en distracto.

  La mujer que camina por la playa ignora qué o quiénes la preceden, o siguen tras sus huellas, quién la observa, qué la espera. Pero de ambos lados, el recuerdo, si bien imperceptible en soledades, apareja.

 

  Así, mi espera no tiene nombre o es para muchos peregrinos. Una mujer, una palabra siempre olvidada, un brillo que por momentos me cegó, la confianza en quien traiciona, la llaga que abrió en mí algún recelo, mensajes a los que fui insensible. Amores de largo, tanta vida ignorada.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Freepik 

 

 


6 de julio de 2022

Hemopalabra...

 


162.

  Hemopalabra: no hay fluido de curso más sutil que mirada y habla. Una dice; la otra contempla. Ambas son de provisión crítica, su ciencia finca en la escasez. El torrente lleva vocación oceánica, aunque es arroyo de múltiples efluentes.

  Así va el destino del hombre: con dos ojos, una boca, y la delgada hidrografía que no basta. Y cuando, por añadidura, el torrente es cero negativo, habrán de buscarse donantes entre atlantes sobrevivientes, o alienígenas de visita.


  ¡Ah, los goteos! Lágrimas y sangre, al gravitar, transparentes unas, cargada de rojo oxígeno la otra. Así, las palabras pueden transparentar, colorearse, gotear en vertical o en versos, revelar el nombre, denunciar la lengua. Y las tres son resistencia a muerte.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Ecodiario (c)


Un ser aparte vive ...

 


161.

  Un ser aparte vive en cada cual; el estar minotauro que espera ser abatido. La conciencia del fin, al cabo del laberinto, con alaridos del héroe al que el acero teme. La piel gruesa también tiembla, cuando se vela en propio espectador y el cuello es frágil.

 

  Así, los reinados tienen fin, y existen héroes de solo un día. ¿Qué se gana con eludir la espada? ¿Cuánto se pierde al ansiar el vientre perfecto, si ya no es tiempo para hallazgos?  ¿Dónde abandoné las promesas de una noche en que subí mi hoguera a las estrellas? Acaso su mirada, fija en mí, aún existe.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Bahman Mohassess (c)

 


Acabé voceando ...


 

160.

  Acabé voceando sólo cosas que mi corazón decía. Y las palabras cargaron nombres, los recuerdos fechas; entonces, mis ansias extrañaron torsos que abrazar y bocas para volver a besar. La existencia es nudo apretado de lágrimas y alborozos, placer y muros medianeros. Porque cuanto acaba gotea, y lo que se me anuncia es invasión y desborde.

  Eso dice Bahman Mohassess–el Picasso persa–, y esto me digo en soledad, o a mitad de cúmulos sinfín.

 

  Acaso ver más allá sea un vicio del artista. Cuánto gozo quebrado, cuánto placer pendiente por dejarse llevar tras profecías de lo desconocido. Entonces: soledad y distancia, el dolor más intenso.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Schezo", 2021

Ilustración: Bahman Mohassess (c)


Vuelvo al papel...



159.

  Vuelvo al papel mirándome la cicatriz por mirarte. Soy la marca de tu amor, soy una cicatriz, y cuando escribo te asomás a tu propio recuerdo por mirarme. Somos la mirada simultánea, somos un dúo irrepetible de cicatrices; somos heridas del agua, del aire, del fuego y de la tierra. Volvés al papel mirándote en espejos de tu propia cicatriz, y escribimos. Por instantes se establece el diálogo, aunque el vórtice del ápeiron muy pronto diluye el sucedido y vuelve a la indefinición.

  Ahora escribo –y escribís, escriben– por sostener el inédito verbal del 12 de enero, cuando dije: la literatura es un diálogo de cicatrices, con mi sorpresa al sorprenderte, y sorprenderlos. Sergio, Bibi, Fabio, Rubén, Sebastián, Silvina, gracias por mantener el diálogo que fundó Borges –una vez amé, y ahora recuerdo–. Maestro Oteriño: comprobamos la andadura de tu conversación infinita, y es la gloria.

  La literatura, en fin, asegura sobrevida, se impone a lo indefinible, responde y carga vocación de infinito.

   Ojalá así sea, y que alguna vez se llame eternidad a la literatura. 


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Herchii (c)


12 de enero de 2020...


 

158.

  12 de enero de 2020. Ya estoy próximo a cumplir diez años escribiendo en la ciudad; aquí vivo por libre elección, y siento que es mi mundo. Presento en sociedad un libro, con seguridad digo: el más sincero de los que llevo publicados. En este tiempo estoy parado en una esquina –de Mar del Plata, aunque intersección presente en cualquier pueblo– donde se encuentran lo escrito con lo que me resta escribir, el proyecto con el transcurrido. Es lugar de lectura, un carrusel de lectores –algunos con rostros amigos, otros incógnitos, todos estimables– a quienes he dedicado cada línea desde hace sesenta años. Alguien dijo que todos somos inéditos; es verdad, pero agregaría hoy: se nos edita con cada lectura. 

  En este día alzo una plegaria terrena: que mi palabra sea semilla de nuevas palabras; las de resistencia, las de sobrevida, las del verdadero amor.

 

  ¿Quién, puesto a leer o escribir, no ha pensado en todo ello? El libro es cima del arte y la cultura. Para él nací, él me educó, y con él vivo. Tuve mi primera biblioteca a los siete años, aunque entonces compartida con mi hermana. Después, itineré con algunos o muchos libros a cuestas por diversos caminos; y tras múltiples mudanzas, siempre me resultaba definitorio el lugar para escribir, y las posibilidades de armar mi biblioteca.

  Y a propósito de biblioteca –y diccionarios de la lengua–, se me veda la conjugación de itinerar, y me proponen rutear, un verbo incómodo para oídos y preferencias. Considérese neologismo a mi anterior itineré.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Inmortales

 

Y ese día quedará ...

 


157.

  Y ese día quedará tanto poema huérfano. Habrá de abrirse un orfanato rico en librerías para guarecerlos; la incubadora de sorpresas pendiente de las bocas echará a andar sus locomotoras azules, lilas y amarillas. Otro transiberiano, se preguntarán, y te preguntarán a vos, Blaise Cendrars. En esa égida bajo los cuatro vientos, se respirarán aires borgeanos, huidobrianos, pizarnikianos, gianuzzianos, paolantonianos. ¿Qué digo? Es un disparate la adjetivación; todo sustantiva otra vez, renace y gobierna desde la palabra. Los maestros transcurren en mí su curso de húmedos heráclitos, y escriben todavía.

 

  ¡Y cómo escriben! Soy Adán, víctima propiciatoria, y al tiempo Abel de copiosas primicias. Mi religión, son ellos.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Apeiron 


Con la palabra de Vicente ...


 

156.

  Con la palabra de Vicente Zito Lema va el cuerpo, que entonces era también mi cuerpo, aquella tapa de Talismán que desnudó a Vicente y su familia. Asimismo don Jacobo era un cuerpo retenido en el hospicio, para después, recuperado en espíritu, eternizarse. Siempre el cuerpo, al infinito en caídas, al que restauro, envidio, reflejo en otros ojos y bruño en espíritu, la usina de temperaturas, la fábrica de amor y fiesta; este, del que no son dignos los verdugos.

 

  La tapa de la revista Talismán, que hacía Vicente Zito Lema, mostraba a la familia completa: él mujer e hijos, como los trajo al mundo la endiosada cigüeña de la común infancia. Ese fue el segundo número, después prohibido y decomisado en los puntos de venta por La Revolución Argentina de Onganía, Levingston y Lanusse. La primera entrega nos había traído la poesía en hospicio, de Jacobo Fijman.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Pablo Picasso (c)


Y esta voz ...


 

155.

  Y esta voz que suena al otro lado, en vientre líquido de espejos, en la edad del muro, en esa escala que desciende a los abismos –que es salto y uno a uno por sobre cinco mares–, ¿qué dice, y con cuál de tantas lenguas habla?

  Hablo de una voz que solo se aproxima a la sinceridad, quizás al mayor dolor que vive tras goces, cuando resucito en cada paso. Esa voz está próxima al mensaje en los demás, quiero decir al lector completo, al que armoniza en ritmos y color de la mirada. Próxima al tiempo y su pausa, que es distancia. Próxima a este libro, y seguramente mucho más cercana al que ahora escribo.

 

  El dichoso tema de la comunicación. Cuando nadie está obligado a comprender lo que diga o escriba, y solo encontraré el polo inverso en quienes sientan e imaginen como yo siento e imagino. Varias amistades y hasta un matrimonio fueron al matadero por este conflicto tenaz entre el otro que escribe y yo, propietario del plano a decodificar con la lectura.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Fotorevista (c)


Este tiempo está destinado...

 


154.

  Este tiempo está destinado a construir, para que mis sucesores puedan medir, interpretar y acompañar el común curso del río. Que jamás se encojan de hombros, ni sientan que se les ha cargado con un peso ingobernable. Como ha dicho Daniel Barenboim, que mucho sabe de dolores y buen ánimo: Debo ser intelectualmente pesimista y emocionalmente optimista; así estaré preparado para la contingencia, sin perder el entusiasmo.

 

  No me ha costado respetar esta consigna del maestro, aunque algunas dificultades tuve tiempo atrás, cuando no me conocía lo suficiente, y me exigía en cuestiones que no estaban a mi alcance.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Daniel Baremboim