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Jorge Luis Borges, que abrevó por igual en las tradiciones homéricas y
budistas –quiero decir, tanto occidentales como orientales– cita reiteradamente
al Doctor Suzuki. Borges nombró hacedor a Homero, y del Budismo predicó: la
más pacífica y natural de las religiones. Siempre me interesó saber de
Suzuki, y conocer más de la mirada orientalista del maestro.
Por
mi asistencia a los talleres que dictaba Félix Grillo della Paolera –lector en inglés de Borges–, me llegaron los
principios del budismo Zen. La filosofía oriental estuvo presente entre mis
lecturas favoritas de finales de los años setenta; por eso después titulé uno
de mis libros de reflexiones y poemas Satori
–alumbramientos–, 2013-. Daisetz Teitaro Suzuki, fue autor de libros y
ensayos relativos a la disciplina Zen, como así traductor y divulgador del
budismo japonés en Occidente. Su nombre original era Teitaro, pero su maestro
Soyen Shaku le apodó Daisetz, que
significa gran simplicidad.
Recibió del maestro Shaku el encargo de traducir los textos de
literatura espiritual budista, a fin de ser publicados, tarea que llevó a cabo
en Estados Unidos, instalado en la casa del Doctor Paul Carus –especialista
estadounidense en disciplinas del Budismo Zen–.
Además de los textos tradicionales, Suzuki tradujo al japonés el libro
de Carus: The Gospel of Buddha –El Evangelio de Buda–. Fundador de la
Sociedad Budista Oriental, ya diplomado, Suzuki mantuvo conexión permanente con
occidente, dictando clases en la Universidad de Londres, y más adelante en la
de Columbia, en Estados Unidos. Los libros de Suzuki adquirieron así gran
divulgación; es conocido el extenso prólogo de Carl G Jung a su Introducción al Budismo Zen.
Dijo Martin Heidegger de Suzuki: Si
he comprendido a este hombre correctamente, esto es lo que he estado tratando
de expresar en todos mis escritos. Además de Jorge Luis Borges y Martin Heidegger,
Thomas Merton, Erich Fromm, John Cage, Alan Watts y Gary Sydner, entre otros,
han declarado su deuda de gratitud hacia la obra de Suzuki.
Volviendo al título de mi libro de 2013, el satori (despertar/ iluminación) era la meta tradicional de la
disciplina zen, su fin último. Algo que el poema, cualquiera sea la tradición
filosófica a la que pertenezca, sin duda, también se propone.
He aquí la
formulación de la ética universal que se ofrece hoy a la humanidad para salir
indemne de la nueva pandemia. Y no refiero solamente a la emergencia sanitaria;
pienso también en la carga salvaje del neocapitalismo, en la nueva irrupción del
fascismo, en una de las más altas mareas racistas de la historia.
Ilustración: Arte Zen
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