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12 de septiembre de 2022

El futuro, como ...


 

234. 

  El futuro, como un querubín borracho, zigzaguea y languidece. La rebeldía dejó de correr tras mis palabras.

 

  Palabras huérfanas de padre y descendencia.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

 Ilustración: Pxfuel (c)


Estoy de verso...


 

233.

  Estoy de verso presente, dice la poeta Angélica Morales. Y me pregunto si el poema es tatuaje o turbia emanación de la melancolía. No alcanza el cuerpo, y el recuerdo más temido precipita piernas abajo sin taludes, ya sin tinta ni sonido.

  La pandemia es este desconocido abrazo de la muerte; una conciencia diferente de cuanto no dijimos ni alcanzamos. Insisto en la escritura, y el verso se puebla con suspiros, columnas de humo en la distancia, animales de los enterramientos, voces difusas, espadas que blandió mi pasado.

 

  El presente acaba resultando un diario deseo de futuros. Y los futuros, una diaria incógnita del deseo. La realidad.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Haenuli Art (c)


Sobre miserias del cuerpo...


 

232.

  Sobre miserias del cuerpo trepa este amor de esfinge, sin latitud ni latido. Continúo integrando la nómina de condenados a muerte, aunque ahora el tiempo pesa y van descolgándose fantasmas entre esperas. Todo dependerá de lo que hagamos/ durar nuestro nombre, ha dicho desde Sevilla Miguel Veyrat; respeto su magisterio y no cesa mi lectura.

  La puerta de calle está cerrada; nadie llega y nadie sale.

 

   Amor mío, mi compañía, mi apoyo permanente. Mi nombre está en tu boca, y en las bocas de mis hijos. No me alcanzarán los brazos para que me pronuncien al estrecharlos.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Gustave Moreau (c)

 

La casa del poeta ...


 

231.

  La casa del poeta existe puertas adentro; de frontis variable, su fachada sugiere solo necesidad de ingreso. La imagen verso a verso atrae y es conjuro que cifra la palabra para alimento de dioses y campeones.

 Ahora, el distanciamiento entroniza la lectura, torna las puertas en batientes sin cerraduras, instala enjambres de obreras en jardines interiores.

  A la hora de escribir, siempre existió confinamiento. Quien diga lo contrario seguramente miente. La escritura conjunta, solo es creativa en el acto individual.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Complejidad (c)


Continúo inmóvil ...



230.

  Continúo inmóvil; la letra me adelanta, desviste al que hubiera sido, echa un sayo gris sobre quien fui. Ella canta sin voz; marcha sin ruedas ni pies. La letra multípara sangra con mi sangre, implora con mi voz, se oculta en mi sombra y canta. Siempre canta.

 

  Aunque letra y voz siempre fueron las mismas, solo en 2011 las descubrí propias. Entonces, volví a mi libertad de infancia, y dispuse de veinticuatro horas diarias para escribir.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Campo de relámpagos (c)


Caen celajes ...

 


229.

  Caen celajes de la memoria; el recuerdo ha muerto, o en realidad jamás nació ninguno de esta especie. Se han cerrado las fronteras, y al mismo tiempo se alza el límite social. Transcurro antesalas del anónimo, y al tomar distancia pierdo el nombre, deja de interesarme el nombre ajeno.

  La suma de experiencias gravita con peso muerto. Miro sin ver; palpo sin reconocer; huelo sin que me atrape el abismo. No hay paraíso perdido ni posible; el infierno dejó de arder. El frío polar penetra mis sentidos; me he sentado a esperar que el dolor cese, ahora que la vertical de humanidad cede.

  Los deseos hilan palomas en altura. Ellas, incontaminadas, arrullan todavía. Pero ninguna echará a volar porque el aislamiento prosigue.

 

  En mi infancia, la libertad consistió en cincuenta metros de fondo, con flores, viña, gallinas y huerta. Las palomas eran entonces simples vigías en lo alto de cornisas. Jamás me atreví a molestarlas. La primera vez que contemplé a una muerta, piedra y honda tuvieron el nombre de mi amigo Jorgito. Después su mamá la cocinó, y la comimos; pero allí, no había vuelo que cupiese.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilyustración: Alamy Stock Photo (c)


Artefacto es hecho ...


 

228.

  Artefacto es hecho de la destreza; artificio, hecho del arte. En el primero, prima  la  técnica, y en el segundo –el que prefiere Borges–, la creatividad. Nicanor Parra define como artefactos, los dibujos a mano alzada en su cuaderno, que combina con textos breves, quizás versos sueltos.  Considero que los caligramas de Apollinaire son claros artificios, como así también las imágenes tortuosas compuestas por escritura con pincel, de León Ferrari. Estas últimas son mis preferidas. Ensayé estas experiencias, y mi fracaso absoluto dio cuenta de las dificultades de la plástica, cuando en el ensayo prima la expresión literaria.

 

  Mis recuerdos de infancia, incluyen múltiples fracasos, al intentar reproducir las pinturas de Xul Solar que ilustraban tapas de la revista El Hogar. El naciente buen gusto por la plástica, no siempre podía responder con idéntico lenguaje. Para aproximarme a la verdad, lo mío serían palabras, y preferiblemente el verso.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: León Ferrari (c)

 


Encontrarse en sí ...


 

227.

  Encontrarse en sí, porque no existe el vacío. Recurro a la memoria, mi continente, y al consuelo de actividades que me atraviesan como sudestes de la renovación. Ahora, en soledad, cuando el ánimo gregario se soslaya, la escritura conduce a cierres diferentes. Pero el oleaje no se detiene; floto y flotamos en una línea de agua quieta, en interiores de la ola, tras la piedra y su destino de arena.

  Al final de esta frase hay una constelación, dijo Rafael Felipe Oteriño en su Poética, porque por igual la realidad nos aborda. Y el mundo está ahí, aunque más lejos estos días.

 La edición, la palabra en otros: mi consuelo; la elección del maestro, mayúsculo aliento en tiempos crepusculares. Rafael Felipe Oteriño, poeta mayor de mi ciudad, cuya amistad me honra. Recuerdo ahora que en 2008 consulté por la edición de uno de mis poemarios a Pablo Anadón -Ediciones del Copista, entonces–. El libro que le presenté, fue el poemario que finalmente publiqué en 2013 con el título A ojo y de oídas. Pablo Anadón me había contestado entonces, diciéndome que había en esta selección algunos poemas maduros, pero que en general debía estacionar el libro por algún tiempo, para que el contenido decantara. Como si se tratase de vino, pensé.

  Si la comparación vale, desde aquella consulta decantaron en las vasijas vinarias de la mirada, poemas de otros muchos libros que publiqué. Y por añadidura, debo confesar que aún me tienta decantar viejos poemas al ejercer la propia relectura. 

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Mar del Plata 


Mi cuerpo se alza ...

 


226.

  Mi cuerpo se alza sobre dos piernas aferradas a la evolución. Ellas flaquean tras el paso largo, y bajo aceleración de palpitaciones. Sobre tales columnas: el sexo dormido durante lapso prolongado, y un vientre dos veces perforado, sensible al roce y del que todo contenido intenta fugar hacia el exterior y las galaxias. Pese al vuelo verbal, este es tiempo de alas breves incapaces de sostener el esqueleto más allá de un instante de gloria. Mis manos duelen en cada articulación; confiesan la torpeza del desuso, y solo sirven –como ahora mismo– a la hora de teclear. Le son negadas caricias a mis extremidades superiores, como así a unos labios, secos y con frecuencia ampollados. Y mi cabeza: ¡qué decir de ella!, siempre en hervor, siempre acompasando al órgano cordial, incapacitada de corridas y entrega. Cabeza abajo: ella vuelca por accidente y se derrama en angustia y llanto.

 

  Confieso el crepúsculo. Aunque busco aún satisfacer deseos. Me detengo al descubrir la belleza en cada imagen. Mi existencia consiste en intermediar las artes.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Imogen Cunningham (c)


Desde el inconsciente ...

 


225.

  Desde el inconsciente las palabras dictan, y después Imogen Cunningham fotografía. Decía Pablo: … Noches con ejes claros, / partida, material, únicamente voz,  únicamente/ desnuda cada día. / Sobre tus pechos de corriente inmóvil, / sobre tus piernas de dureza y agua, / sobre la permanencia y el orgullo/ de tu pelo desnudo Y mis palabras brotaron verdes y grana, apilaron muros, diques, la corriente  anarquista de mi adolescente. Y cincuenta y ocho años más, como si fueran un simple parpadeo.

 

  De Alianza (sonata), en Tercera Residencia son los versos transcriptos. Insinúan la imagen desbordante de la amante secreta de Pablo Neruda. Y mis primeras experiencias sexuales, como consecuencia. Increíblemente, esos libros aún pueblan mi biblioteca; los que no presté se mantienen casi nuevos. Son parte de mi cuerpo, indudablemente, pero contradicen a la carne porque no envejecen.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Imogen Cunningham (c)


4 de septiembre de 2022

No hay mayor desnudez ...

 


224.

  No hay mayor desnudez que la del inconsciente. Allí encontraré el primer idioma: dolores de Adán, culpas de Caín, sospechas de Eva. Regreso a las primeras lecturas: Descubrimientos espirituales de Giovanni Papini, a mis catorce, y el Pablo Neruda de Tercera residencia, a mis quince. El deseo, la belleza, el arte, montaban la potencia adolescente, y hubo brillo en placeres de toda desnudez. Después Herman Hesse y particularmente Demián, a despecho de las opiniones de don Julio.

 

  Mis regresos al pueblo natal en los veranos; las primeras pilas de libros, ingenuas todavía. Las compras en librerías transparentaban lecturas de mi hermana mayor, y recomendaciones formativas de mi madre.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Arnaldo Macedo (c)


De consciencia a inconsciente ...

 


223.

  De consciencia a inconsciente, el cuerpo merma y supera en voluntad al propietario. Sensaciones insospechadas: lo inédito ocupa un ojo frío, el desierto vuelca arena en la pradera, un silencio de olvidos navega ríos interiores y se prolonga en remansos de la mente. Porque hay otro lado amenazante. Y es una condena a gritos el coro de la patria.

 

  El cuerpo y la letra vital de mi lenguaje, han montado diferentes ascensores. En vilo, la mirada precipita su deshielo de las cumbres. En tanto, me invaden los constructores, con su golpeteo de ladrillos y cemento.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Lexi Ames (c)




La reunión de poiesis ...



222.

  La reunión de poiesis, fotografía y actuación, permitió a Anne Brigman contener en piel femenina permanencia y devenir. Sus desnudos son finas ironías triunfales, derroches y fracasos de la naturaleza, el pasmo de opuestos, arborescencias de una voz. 

  Tal como la ironía del desnudo, y el desnudo mismo, el trabajo con opuestos, básico en la literatura, consiste en aproximar o distanciar hogueras de la lectura. Me refiero a la pasión, que por letra seduce para proseguir con la lectura o sencillamente abandonarla. Es la experiencia que recojo en textos  en los que adrede mi material poético alejó los opuestos para intentar seducir territorios de mayor profundidad. Imágenes para las que no estoy preparado, como por cierto Anne Brigman sí lo estuvo. ¿O acaso habrá minusvalía imaginativa en el común de los lectores, y se prefiera la imagen plástica?

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Anne Brigman (c) 

Hasta el fin ...

 


221.

  Hasta el fin, podrán sobre mi nombre turbulencias y el cambio. Moriré –dice Borges– y conmigo la suma/ del intolerable universo. Nada puede contenerse; la realidad fluye líquida entre las manos, para abrevar sorpresas  y terror.

 Tal lo que supe en últimas experiencias de mi cuerpo: en este tiempo, la carne prefiere sorpresas  inconvenientes a los dictados de la esperanza.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Revista Esfinge (c)

 


Por qué se me niega ...

 


220.

  Por qué se me niega el verso: la única memoria, lo llama Borges. La mirada atrás jamás cancela, aunque es variable hasta la incertidumbre. Nada es igual a lo que vimos, y cuanto veremos no tiene ni precios ni vidrieras. La escritura es voto de confianza, pero es también un acto  de debilidad, y a su vez de valentía. Todo cambia, y este yermo estraga imágenes que antes veneré.

 

  Con herramientas en crisis, armas cuyas empuñaduras  cambiaron, el interior muestra paisajes diferentes, rutas bloqueadas, derrumbes que alteran la superficie navegable, torrentes por doquier, borrascas sin nombre.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Elsie Tenca Mariani (c)


El mismo aire salado ...


 

219.

  El mismo aire salado al término del verano, ese que blanquea la madera y taja carnes, aquel que siseaba en los pinos de la séptima batería, con mártires de pie y agujas atravesando el miedo. Este digo, que ahora aúlla en la costanera a cuatrocientos metros de mi ventana. Vuelve por su presa y deudas que acrecienta el tiempo.

 

  El viento: personaje común a toda estación de mi existencia. Cuando fui pequeño, los ángeles soplaban en lucarnas y banderolas de mis abuelos, y sonaban con un silbido lúgubre, angustioso. Por las noches, en el dormitorio, acompañaron mis sueños los bramidos del sudeste, y siseos del cañaveral que limitaba la casa. Cuando llegó el tiempo de construir mi hogar del parque, quise contar con esos mismos sonidos, y busqué las banderolas y lucarnas de otro tiempo. Siempre el viento, aunque con otras rosas y vegetaciones diferentes.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Telew


Esta es la enumeración ...


 


218.

  Esta es la enumeración de heridas y armas causantes. Un tajo de cimitarra en el vientre superior; mide unos veinte centímetros. Un disparo de mosquete en el costado derecho –de aquí pendía una de las descargas de líquidos–. También diferentes desgarraduras a ambos lados del vientre, que atribuyo a invasores venusinos convivientes, que abundan en los quirófanos. Después, el cirujano me dijo que allí se enterraron la luz y la cámara. Y en manos, muñecas y brazos: disparos de cien dardos que arborizaron con azul la transparencia. Hay heridas ocultas a la vista, como las de cuerdas vocales dañadas por el entubado.

  Los sentidos recuperan paulatinamente su temperatura. La mente está a salvo. El poema retoma la senda de mi anhelo.

 

  Hubo aviesas traiciones de la herida principal y sus costuras. Emergentes incómodos, que sobrenadaron los diluvios de interior. Los cuidados prosiguieron, después en mi dormitorio,  aunque sin lograr la asistencia de mis médicos, cuando ya en vísperas de la emergencia sanitaria, solo logré la colaboración de prácticos circunstanciales. Siempre presente, mi amor de pareja compartió angustias inocultables.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Fogonazos (c)

Ya en el piso ...


 

217.

  Ya en el piso de terapia común, contemplo sobre mi frente una retícula roja: es el indicador de luz de emergencia. Al proyectarse en los alvéolos del policarbonato, dibuja un encadenado de mayor a menor intensidad. De a ratos, creo fugar de la habitación, montando una estela roja. Entonces vuelvo a mi escritorio, y aprovecho los primeros rayos de sol, que atraviesan la vidriera martillada. Luz para contemplar mi cuerpo en libertad.

 

  Pero son sensaciones alcanzados en sueños, o en la semivigilia que alumbra el entusiasmo. En todo tiempo ha sido irrefrenable el deseo de volver al escritorio y a mi tarea sin tasa ni precio materiales.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Psicología del color (c)


Finalmente comprendo ...


 

216.

  Finalmente comprendo: mis sentidos se acomodan a la écfrasis y la imagen visual sobrenada las palabras. Por eso, creo siempre actuales mis libros ajustados a dicha técnica: guíaLUCIANfreud y La imitación de Marc Chagall.

  La écfrasis interpreta mi disposición emocional. Por eso, pienso escribir desde la obra de Henri Matisse, con quien tengo bastante en común: él pasó por esta misma operación. Claro que en otros tiempos de la medicina, ya operado no soportaba estar de pie. Por eso debió abandonar el caballete y optó por la habilidad de unas tijeras. La forma fue su continente, como en mí lo visual.

 Pienso aún en escribir sobre Matisse cuando crea concluido Scherzo. Pero ahora me agrada más la idea de hacerlo simultáneamente con Matisse y Picasso.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Henri Matisse (c)


Ya en terapia intensiva ...



 215.

  Ya en terapia intensiva, cada una de dos noches prendido a los dictados de una consola a mis espaldas, continúo escribiendo. Esta tarea de todos los días no me abandona, pero ahora es diferente. Primero encuentro una imagen, y después pretendo sumarle el texto. Claro que es imposible. Todo sucede en el sueño, operando un teléfono que no tengo, y lamentando no estar sentado en mi escritorio. ¿Cuánto se habrá perdido? ¿Arrancaré unos pocos versos a la esclavitud de esta sala de cuidados intensivos?

  Las enfermeras y sus voces mínimas. Tras el mostrador, la jefa de piso, y su energía de voz baja. Quejas de otros enfermos. Una mujer que ha sido operada de tumores cerebrales, no permite que los demás enfermos duerman, ya que pide a los gritos que la desaten una, otra vez, y mil veces. Tratan de calmarla, pero no la desatan. Le explican que está atada porque antes se ha arrancado sondas y cánulas. Necesito dormir, como todos los demás.

(c) Carlos Enrique Cartolano "Scherzo", 2021

Ilustración: Los cuentos de Panapa (c)

Cuando volví a encontrarme...

 


214.

  Cuando volví a encontrarme conmigo eran las 15 horas del 18 de febrero. Largamente había luchado con las ligaduras de mis sentidos, batiéndolos uno a uno, hasta liberarme. Por cierto: una de las experiencias más extrañas y aterradoras que he vivido.

   Como al volver de un sueño; claro, que en este caso no hay un retorno a la realidad anteriormente conocida, sino a otra totalmente distinta.


(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: La Página (c)