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31 de enero de 2012

¡Hallazgo feliz!

TENER 60 Y MÁS EN EL SIGLO XXI- Anónimo



Si miramos con cuidado podemos detectar la aparición de una franja social que antes no existía: la gente que hoy tiene alrededor de sesenta años y más. Es una generación que ha pateado fuera del idioma la palabra "sexagenario", septuagenario etc. porque sencillamente no tiene entre sus planes actuales el hecho de envejecer.
 Se trata de una verdadera novedad demográfica parecida a la aparición en su momento, de la "adolescencia", que también fue una franja social nueva que surgió a mediados del siglo veinte para dar identidad a una masa de niños desbordados en cuerpos creciditos, que no sabían hasta entonces dónde meterse, ni cómo vestirse.
 Este nuevo grupo humano que hoy ronda los sesenta y más, ha llevado una vida razonablemente satisfactoria. Son hombres y mujeres independientes que trabajan desde hace mucho tiempo y han logrado cambiar el significado tétrico que tanta literatura le dio durante décadas  al concepto del trabajo. 
 Lejos de las tristes oficinas de J.C. Onetti o Roberto Arlt, esta gente buscó y encontró hace mucho la actividad que más le gustaba y se ganó la vida con eso. Supuestamente debe de ser por esto que se sienten plenos, algunos ni sueñan con jubilarse y si lo hacen es para disfrutar aun más.
Dentro de ese universo de personas saludables, curiosas y activas, la mujer tiene un papel rutilante.  Ella trae décadas de experiencia de hacer su voluntad, cuando su madre sólo podía obedecer, y de ocupar lugares en la sociedad que su madre ni habría soñado con ocupar. 
 Esta mujer pudo sobrevivir a la borrachera de poder que le dio el feminismo y en determinado momento de su juventud en el que los cambios eran tantos, pudo detenerse a reflexionar qué quería en realidad.
 Algunas se fueron a vivir solas, otras estudiaron carreras que siempre habían sido exclusivamente masculinas, otras eligieron tener hijos, otras ambas cosas, otras que fueron periodistas, atletas, o crearon su propio "YO S.A.". 
 Pero cada una hizo su voluntad. Reconozcamos que no fue un asunto fácil y todavía lo van diseñando cotidianamente.
 Pero algunas cosas ya pueden darse por sabidas, por ejemplo que no son personas detenidas en el tiempo;  la gente de sesenta y más maneja la compu como si lo hubiera hecho toda la vida. Se escribe, y se ve, con los hijos que están lejos y hasta se olvidan del viejo teléfono para contactar con sus amigos y les escriben en e-mail sus ideas y vivencias.
 Por lo general están satisfechas de su estado civil y si no lo están, no se conforman y procuran cambiarlo. Raramente se deshacen en un llanto sentimental. A diferencia de los jóvenes; ellos conocen y ponderan todos los riesgos. Nadie se pone a llorar cuando pierde: sólo reflexiona y toma nota, a lo sumo. La gente mayor comparte la devoción por la juventud y sus formas superlativas, casi insolentes de belleza, pero no se sienten en retirada.  Compiten de otra forma, cultivan su propio estilo.
 Ellos no envidian la apariencia de jóvenes astros del deporte, o de los que lucen un traje Armani, ni ellas sueñan con tener la figura tuneada de una vedette. En lugar de eso saben de la importancia de una mirada cómplice, de una frase inteligente o de una sonrisa iluminada por la experiencia.
 Hoy la gente de 60 y más, como es su costumbre, está estrenando una edad que todavía NO TIENE NOMBRE, antes los de esa edad eran viejos y hoy ya no lo son, hoy están plenos física e intelectualmente, recuerdan la juventud con alegría, pero sin nostalgias, por que la juventud también está llena de caídas y nostalgias y ellos lo saben.
 La gente de 60 y más de hoy, celebra el sol cada mañana y sonríe para sí misma muy a menudo... Quizás, por alguna razón secreta que sólo saben y sabrán los de sesenta y más en el siglo XXI.

29 de enero de 2012

Quintetos del sur






Vuelvo solo traigo la noche a las espaldas.
No existen vírgenes ni siquiera entre páginas
De libros no leídos. Nada alumbra ni enciende
El brillo personal que auspiciaron sobrevuelos:
Ignoro si vigilan tras persianas. Vuelvo solo.


Me siguen brumas suaves melodías de otoño
Desde algún árbol sueños ateridos en los pájaros.
No espero avanzo deshago la noche la dibujo
Canturreando recuerdos viejos. Los de ayer
Sangran bajo filo de sombra en las esquinas.


No espero. Camino: sólo vuelvo de noche solo
Y a cada paso el juicio de Dios abisma amaneceres
Murmullos inaudibles todavía. Anticipos quizás
De mi vida en otros. Del surco en últimas palabras:
Son arrabales borgianos hacia el propio sur amado.


© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012.

25 de enero de 2012

Quintetos para el nudo




Quintetos para el nudo


Las nubes


Gracias les prodigo hermanas nubes
Testigos de encrucijada. Porque partieron
Conmigo la capa tendieron astros a la par
Lloraron en mí sobre heredad agreste
Lluvias de cobijo de cordeles y de siesta.


Amargo

Jamás me ignoró la chuza ni el puñal
De los días pasó a mi lado. Atravesaron
Uno por uno sus sangrías y su ardor
Y si un nudo sigue a las heridas si esta flor
Cercana muerde amargo: Hoy la beso.


Flor

Nudo flor o esquirla o cráter parturiento
De estallido. Negro de humo o noche
Colmada de ladridos: no quedan ánimas
Montaron la explosión campo afuera.
Sola va mi sorpresa con las nubes.


Explosión

Nafta para calmar incendios. Aspas
Por conjurar las humaredas. Así fueron
Mirada y pluma y palabras y colonia
De esporas en los versos. Una explosión
Con cada paso y después amor desesperado.


El viejo

Este nudo de visita este lazo propio
Oscuro como yo indescifrable a veces
Como punta corrupta dolor florido voz
De lo que en mí se calla: este nudo respira
Se alimenta crece y hoy se puso viejo.


Enigma

El amasijo de palabras. Esta lazada
Que empujó carnes y alientos y fatiga
De la tierra. Este enigma de mañana
Secreto al descubierto: es el cepo
Cernido en quintetos que me exprime.


Negro para blanco

¿Quién desata sin atar sin anudarse?
¿Hay alguien al que libre la memoria?
¿Perdonan las llagas al imbécil o acaso
Exime al poeta su fe de almanaques?
En todos el hueso termina por blanquear.


Torbellino

Si no son los dioses que las mueven
Nubes. Si es el torbellino doloroso cruel
Que despeja murmullos apaga luceros
Y arroja en brazos del olvido: Hoy visto
Piel de cabra y camino hacia el banquete.

22 de enero de 2012

Quintetos para tu piel






Despertarse a orillas del leteo entre sábado
Y domingo olvidado del reloj y del naufragio
Sin saber a ciencia cierta qué materia
Alimenta cuál percude y aniquila finalmente:
Despertar buscando ese otro río que perdimos.

Porque lo dejamos atrás en plena amnesia
Y no es de día y entre párpados va colada
La noche. Y la luz no canta ni el pájaro
Alumbra todavía. No saber si lo has escrito ya
O si acaso lo leíste en Borges en Onetti. Es cruel

Estar junto a la orilla que no te esperen
Porque es tarde en sábado y sin domingo
No hay despedidas ni cuentas de barquero.
Habrá que escribir: la historia no termina ni hay
Quiebres o fisuras. Milenarias son las mudas.

De pie orillando la memoria. De pie a los tumbos
Bebemos un cristal que pule y nos despierta
No hay medida ni tasa ni reproches al gaznate:
Lo pasado guiña con alcoholes de alambique
Y es nuestro el sudario la futura piel despunta.

© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012

20 de enero de 2012

Quintetos de revelación

Por un día de amor veintinueve grises
Veintiocho veintisiete treinta quién sabe
Si la periodicidad se mantiene. Gris de espera.
Alguien dice que verde pero a esta edad
Los colores se mezclan y oscurecen.

Veintinueve ilusiones y sólo esta risa
La del milagro que no comparto: es íntimo
Hace el trabajo de ablandar conforma
A los sentidos ansiosos de dulce humedad.
Es un día de amor: uno solo en el océano.

De más desplegar velas izar gallardetes
Tender escalas al estrellado. Sobran
A esta edad ya sabemos: se nos revelaron
Identidad dones y valencias. Es un día.
En negro de hueso el amor llega una vez.

Entre los árboles rodeo troncos secos
Exánimes anticipan resurreción. Sangre
Que licua una vez al mes sólo una. Y qué
Magnífico espectáculo es este atardecer
Cuando breves picos desanudan la vida.


© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012

Quintetos para Briseida

                                                                        
 
                                                                                              Iba semejante a la noche
                                                                                             Ilíada I, 47





La guerra la hizo viuda y botín del héroe:
Briseida de bellas mejillas en manos obstinadas
Envuelta en lágrimas o atravesada por penas
Ella misma pausa la lucha. Ella misma peso
Y barrera para la voluntad de Aquiles semidios.

Nadie sabe si entre guerreros pudo amar.
Si lloró a su familia o si acaso imploró
Permanecer junto al captor. En tales lides
El dolor de una mujer no cuenta y menos
Si es la esclava Briseida de bellas mejillas.

¿Tuvo rostro una cautiva? ¿Tuvo sangre?
Jamás conoció amantes sólo verdugos
Atados sus ojos a la mirada de tiranos
No sabe nadie quién la elogió al decir:
Las bellas mejillas de la esclava Briseida.

Además de Homero claro quizás la amaron
En silencio otros sin pretensión oportuna:
Ulises o Néstor o Apolo Helios que pesaba
De uno u otro bando y cultivaba la belleza.
¿Quién testó bellas mejillas en Briseida?

Aquiles negro de furia: de sí cautivo
Sólo miró en Patroclo potentes caderas
Tuvieron dueño sus besos. Los que quizás
Añoró Briseida de bellas mejillas si alguien
Cree todavía que se enamoró del héroe.

Después ya se sabe Aquiles lloró sobre el cuerpo
De Patroclo y Grecia sobre el cadáver de Aquiles.
Se extremó la lucha cayó Troya y fue leyenda
El regreso de los héroes y el ardor de los vencidos.
¿Qué fue entonces de las bellas mejillas de Briseida?

Rodaron entre aedos y rapsodas violando edades
Y fronteras. Fueron botín de occidente nueva
Esclavitud en otras tiendas: Juglares y códices
Y augustas bibliotecas y esta Ilíada de gredos
Cuando me enamoraron bellas mejillas en Briseida.


© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012

17 de enero de 2012

¨En la memoria acostaditos...¨




por  Juan Gelman

NOTA XVII


entre otras cosas/la derrota
es fuente de toda humildad/confirma
la humildad de los compañeros que
cayeron por el pueblo/amándolo/

compañeros sucios de sangre
que comprendieron y sufrieron/
en la memoria acostaditos
para seguir buscando luz

NOTA XXVII


A Vanni Blengino

de lo posible a lo probable/del
sueño a la realidad hay como
mares/playas nocturnas donde
animales de pico descarnan

formas mojadas por los jugos
del corazón/así/viajamos
del pecho al seco sol que dora
la maravilla/o existir


De: “Notas”, Calella de la Costa – París – Roma, agosto-octubre, 1979. En “Interrupciones 1”, Página/12 / Seix Barral, 2012.
Juan Gelman, Buenos Aires, 1930.

16 de enero de 2012

Heliotropos



por Daniel Moyano


El hombre es bípedo y andante por error biológico. De lo contrario, volaría. La evolución tiende a las congruencias, y el volar con naturalidad hubiera sido una de ellas. Todo estaba preparado para ese brillante comienzo. Porque volar era lo suyo. Una oportunidad única que le daba el Tiempo, entonces lento y generoso.

Por error o inclinación, prefirió el largo y tortuoso hecho de erguirse para reptar como un inválido (está a la vista que caminar sólo con dos pies es una de las costumbres más absurdas y antiestéticas) recorriendo el planeta, que, de paso, depredó escrupulosamente. A partir de entonces, el resto de los vivientes le llamó Dos Patas, triste nombre con el que lo reconoce la memoria biológica.

Pegado a la Tierra, a la que, por su naturaleza de evadido, no pertenece cabalmente, su comportamiento, debido a esta circunstancia, es el de un parásito, o como el de un pequeño y pernicioso gusano del universo, según la vio la implacable lupa del irlandés Jonathan Swift.

La Tierra estaba lista, como un regalo del tiempo en su primer milenio, para ser el descanso del vuelo, la mesa tendida llena de alimentos, un árbol en el diluvio. Pero él prefirió convertirla en cárcel, y como tal la ama, aunque a veces, en sueños, añora los espacios planetarios.

Cada vez que es consciente de la pérdida, dice que aquí abajo tiene como sustituto el consuelo del amor, y lo esgrime como respuesta a esa carencia fundamental. Ignorante de que en el espacio hubiera tenido acceso a esas casi increíbles mujeres descubiertas por el poeta y astrónomo argentino Oliverio Girondo, que hacen el amor en vuelo y que cada mañana, mientras desayunas terrícolamente, si te asomas un poco a la ventana puedes ver haciéndote señas desde las nubes bajas invitándote a un regreso.

Para cazarlas inventó unos sucedáneos metálicos del vuelo, de los que ellas huyen asustadas y como olas que desde la playa se alejasen mar adentro.

Acuciado por la nostalgia del paraíso perdido, últimamente construyó artefactos capaces de viajar por el cosmos. En el espacio, que pudo ser del hombre para siempre, estos pergeños, con o sin astronautas, actúan como intrusos.

En sueños, estos hombres que perdieron el espacio pueden a veces ver la Tierra-Jardín como desde lejos, ostentosa de mares azules mezclados con crepúsculos, salpicada por ínsulas extrañas, aguas súbitas, flores espasmódicas y mujeres en vuelo.

Y además verse a sí mismos, muy por encima de ese globo envuelto en luz, tal como hubiera podido ser, flotando, volando, renaciendo, arriba y abajo, como enormes mariposas transparentes y con consentimiento de los grandes heliotropos.

septiembre de 1989



14 de enero de 2012

Celebración y homenaje en vísperas





Preguntas



En mi principio está mi fin
T S Elliot

Vuelvo a ver a mi madre de mí grávida
(imagen, claro honor de la palabra)
De espaldas al naciente – terca – tenue
En el mismo momento en que se acuesta
Para traerme al mundo        En que me mira
Preguntando al latido que aún anudo
Con plancha y con botón en las mañanas:

- ¿Dónde la opacidad viste de espejos?
¿Acaso es en mi brazo que presientes
Una ballesta   Un arco         Una saeta?
- ¿Cuál de tus días encerró mi muerte?

                                               (Buscabas madre en mi futuro un nido)


Más tarde habré llegado interrogante
De tu joven mujer     Del misterio
En la calle arbolada de tu pecho

                                               (Las tardes denunciando los otoños
                                               La escarcha bostezando en las acequias)

La punta de tu ausencia
Preguntando
Estas mismas preguntas del domingo:
Vestíbulo amarillo
Moribunda la lámpara
Y algo encendió en tu fotografía

- ¿Dónde la opacidad viste de espejos?
¿Acaso es en mi brazo que presientes
Una ballesta   Un arco         Una saeta?
- ¿Cuál de tus días encerró mi muerte?

                                               (¿No son los mismos ojos que preguntan?)


© Carlos Enrique Cartolano y Taller de Letras. De La resurrección de Neruda, 1998

Quintetos de soleados





Purga ciudadana

Algo purga la ciudad esta mañana
Ellos marchan tras el ardor. No yo:
Mi piel canta el silencio del sol
Y a solas este amor celebra vísperas
Del aire disponible y empellón adelante.


Blancas osamentas

Los que en la arena se tuestan
Van dejando jirones de piel. Cambian
Colores del hueso afuera: Adentro
Blanquean igual que osamentas
Regadas al azar sobre el campo.


Sangre obediente

Yo no. A solas y asolado por el astro
Llevo los brillos al máximo interior
Cuanto más color en la profundidad
Noche dentro es negro de hueso. Negro
De sangre y de sangre obediente.


© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012

13 de enero de 2012

Quintetos con Aglaura






Porque yo era la rima sin palabra
Y la rosa inhallable del ensueño
Que es inútil que cante o que se abra
Mientras no llegue el que será su dueño.
Leopoldo Lugones, Cancionero de Aglaura
–La íntima sinfonía-, 1928
Ella entra

Ella que corta mi espacio vital. Ella
Entra en mi contorno y acude sin llamado
Sube conmigo las ofertas/ Trepa
En los títulos. Sonríe con placer. Ella
Que obstaculiza con dulzor y suficiencia.


Ella media

Ella que media entre mis ojos y mañana
Celebra su jornada y arma la librería:
No hay libros sin mí supone en sus labios
Ella en silencio y sin mirarme sumergida
Conmigo en lírica ficción y ensayo.


Ella habita

Es una forma de leer y también cuela
A veces entre versos o entre párrafos
Ella mi sombra y mi antípoda y mi día
Final pero el primero y éste que madura.
De ella no se prescinde: habita.


Ella árbitro

Porque dicta y me lee y corrige y es
Ineludible su rigor sentada al escritorio
Ella atiende editores y lectores. Vende
Mi mejor parte y perdona las enfermas
Es mi rumbo y el camino mismo: Ella es.


Ella va en mi letra

Con ojos de caramelo o de azabache
La mirada fija insobornable y fiel es
Mi amor secreto confeso y público. Es
La suela y mis zapatos. Mano y pulso
Letra y tinta. Ella está en mis ojos.


Ella no me mira

Aunque pare en la otra orilla. En España
O Buenos Aires/ En México DF o en Lima
O aquí frente a esta vidriera. Porque ella
No me mira pero comparte mi otoñal pasión:
La de Lugones. Ha aceptado llamarse Aglaura.


© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012

10 de enero de 2012

Muchachos



por Julio Huasi


tan solo, tan lejos, tan sin ellos
buscando a ciegas un fusil para traerles un milagro
que harán los muchachos ahora, dónde duermen si duermen,
qué hacen sus manos queridas, qué’ acarician si acarician,
qué dolor estrangulan a solas sin ruido
que un hombre macho no debe llorar.
Argentina, te llevo oculta como un ladrón,
tus puntas me rompen la piel y me delatan,
quedate quieta, amor, nos miran, somos tus huerfanitos
entre la última curda y la revolución
disparando en tu honor estos cachos de muerte.
Hoy ando con una garúa feroz, cómo llovizna tu sangre,
llevo treinta nenes llorándome en el alma
todos juntos.



(de "Sangral América")


Julio Ciesler (Huasi). Buenos Aires 1935-1987. Poeta de la revolución. Integró el elenco de PRENSA LATINA, fue admirado por Cortázar, vivió el exilio en Chile y en España y regresó a nuestro país al cabo de la dictadura militar. Obras: Sonata popular Buenos Aires, Cuadernos de Cultura, 1959; Lírico hollín (1955-57); Yanquería (1958-59), Ediciones del Río de La Plata, 1960; Violento casorio o las bodas universales (1961-62); Los increíbles, Ediciones Reunidas Ultimátum, 1965; Bandolor (1965-66); Sangral américa (1971). Este libro y el anterior fueron reunidos en un volumen de la colección La Honda de Casa de las Américas, La Habana, 1971; Asesinaciones (1972-81), Puerta del Sol, Madrid, 1981; Hernández editor, 1985; Matria mía azul (1983), Hernández editor, 1985; Comparancia (1982-84), Hernández editor, 1985. Fue colaborador de primer momento del Diario de las Madres de Plaza de Mayo; lleva su nombre la Biblioteca Popular de la Casa de las Madres.

Quintetos de frontera




Podrá alcanzarme

Podrá alcanzarme en la noche
Última o tal vez mientras coma:
Suelo atragantarme con tanto
Prodigio amañado de mis sueños
Entre palabras sonidos y silencio.


Será un viaje

Entonces hablaré con ella
Le preguntaré por mi viaje. Si
Hará buen tiempo de aquel lado
Si hay moros en la costa en el cerro
O inundación en tierras bajas.


¿Sin palabras?

Quizás no me conteste. Me mire
Grave tan segura de sí oronda
De estar en tiempo puntual si no
Esperada al menos comprendida
O me diga simplemente: vamos.


Vamos

Como le digo yo a mi perra
O alguna me dijo entre sonrisas
Deslizando precios y rubores.
¡Vamos! Si sabés a dónde y cómo
Si has pasado una vida imaginando.


Cine mudo

No hay lugar para renuncias. No.
Me han de conformar imágenes
Que repite el cinematógrafo mudo:
No quedan palabras. Ni anuncios.
Todo arde urgente en los altares.

(c) Carlos Enrique Cartolano. De Brida, 2012

7 de enero de 2012

Estrella





Su ímpetu es amargo,
su canto es estruendo.
Pablo Neruda, Una casa en la arena - 1966

Esta mañana arrebaté
Una estrella solitaria
A la rémora
De pajonal/ Líneas
Y laterío.

El señor del lugar
Que es severo
Me impuso antes
La atención
A premios y rescates.

Volví: la sometí
Al sol
(esta luz de junio
sin memoria)
Para acostumbrarla
Al lecho seco
Y sin vaivenes.

Porque he aquí
Cuál es mi mundo
De estrellas olvidadas:

En mis ventanas
No existen señoríos
Tampoco dispongo
De covachas
Con ventanas
Marineras
Para transcribir
Miradas de playa
Y voluntad de yodos.

Sólo sé que estoy cerca
No me alejo
Y que al fin otorgo
Lo que quieren
El mar que bulle
Diariamente
Desde un corazón secreto

Y Dios
Que gira el trompo
Y vela eterno
Sobre agua y tierra.


© Carlos Enrique Cartolano. De Brida, 2011 (inédito)
República Argentina

Con este poema participo del cuarto Concurso de Poesía de Heptagrama.

 
Portal de Poesia Contemporanea
Portal de Poesia Contemporanea

5 de enero de 2012

Ingrid Bergman según Joaquín O Giannuzzi...




Ingrid Bergman

Mi proyecto erótico de los 18 años.
Una vez le hice señas desde la oscuridad
y ella se desprendió de los brazos de Gary Grant.
Se despegó de la pantalla,
vino hacia mi butaca, se sentó en mis rodillas
y no se levantó hasta que mis pantalones se humedecieron
y the end.
Qué poesía amarga la de mi vida en esa época.
Ahora debe andar por los sesenta y tantos
y yo fumo veinte cigarrillos por día para no sentirme
excesivamente dramático.

Adiós a Ingrid

Las cosas que sucedían a la vez:
en la pantalla
ella reía sacándose los guantes.
Yo jadeaba en la oscuridad, fantaseando
con intimas imágenes
mientras llovía en la calle
y era en marzo de 1938.
Todo eso cabe ahora en una cucharita de té
bien mezclado al cáncer
que la mató cuarenta años después,
cuando lo supe sin ninguna emoción particular mientras me afeitaba escuchando la radio
y muchas cosas
habían muerto fatigadas y a la vez.
De Joaquín O.Giannuzzi (1924 – 2004) : "Ingrid Bergman" y "Adiós a Ingrid"

4 de enero de 2012

Quintetos de la resistencia





Pérdidas

Después del último tsunami
Comencé a perder los dientes.
Antes fue el sueño y el gusto
Por ciertas comidas italianas:
Es que aún arde la conciencia.


En la ventana

Cuando el espíritu se asoma
O cuando me autoriza el cascarón
Ahí topo el quinteto. Cara
Del verdadero ésta que observa
Esconde la seca: vil careta ajada.


El viejo

Observa sólo mira impotente
Inútil amorfo no querible cojo
Mascarón sin barco mapa
Sin territorio que viene suspendido
De mis ateojos columpiando.


Memoria

Es el cuerpo: el que condujo
A veladas y jolgorios dibujaba
Sonrisas del alma. El mismo
Que ahora duele porque acaba
Aterriza o evapora o desintegra.


Jardín a oscuras

Y ya no escribe ni traza
Estrías arroyos al corazón
Ahora calla. Y está tu risa:
Esa fruta madura secciona
Mis manos. Inasible inasible.


Conciencia

Entonces veo lo mejor de mí:
No tiene manos ni palabras
Corre encerrado en prisión
De hueso y carnes mustias.
¡Y para peor estos tsunamis!


Torpeza

Él no los ve los pisa los echa
A rodar como bolitas o quiere
Hacer que vuelen entre insectos
De luz de noche. No son
Para el cuerpo los quintetos. No.


Antiguo ardor

Arde la conciencia digo. Todavía
Advierto y espero y me sorprende
La tarde en sus rubores de dama
Triste. O la noche y su bullicio
De perros olvidados al sereno.


(c) Carlos Enrique Cartolano. De Brida, 2012

3 de enero de 2012

Ayer vendrá








La tarde va a morir; en los caminos
se ciega triste o se detiene un aire
bajo y sin luz; entre las ramas altas,
mortal, casi vibrante,
queda el último sol; la tierra huele,
empieza a oler; las aves
van rompiendo un espejo con su vuelo;
la sombra es el silencio de la tarde.
Te he sentido llorar: no sé a quién lloras.
Hay un humo distante,
un tren, que acaso vuelve, mientras dices:
Soy tu propio dolor, déjame amarte.

Luis Rosales
(de Rimas, 1951)



Luis Rosales Camacho (Granada, 31 de mayo de 1910Madrid, 24 de octubre de 1992) fue un gran poeta y ensayista español de la generación de 1936. Miembro de la Real Academia Española y de la Hispanic Society of America desde 1962. Obtuvo el Premio Cervantes en 1982 por el conjunto de su obra literaria.