Y entonces, en todas y
cada palabra las pajareras fueron imaginarias.
Pajareras imaginarias
Ilustración: Theo Gosselin (c)
///… toda comunicación de contenidos espirituales es lenguaje. La comunicación mediante la palabra constituye sólo un caso particular, el del lenguaje humano y del que está en la base de éste o fundado en él (como la poesía) (...) ... El problema originario de la lengua es su magia... Walter Benjamin -Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje de los hombres///
Y entonces, en todas y
cada palabra las pajareras fueron imaginarias.
Pajareras imaginarias
Ilustración: Theo Gosselin (c)
Traslaletra,
única en imaginar: abre y cierra pajareras.
Poliverso
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
Ilustración: Theo Gosselin (c)
Soy
entonces en mis manos. Todavía escriben. Solo espero con ellas. Y la memoria
coloniza.
Resistencia
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
Ilustración: Pedro Oriol (c)
Es
que tal como yo veo, él ve detrás de cuanto es. Con más o menos, las pieles del
deseo, imágenes de cuanto se perdió, rostros del tiempo, orillas de borrasca,
la desembocadura.
Fin de viaje
Ilustración: Theo Gosellin (c)
Es
este final, el único posible. En torno al mar, mi desierto: sorpresas que
depara Gosselin-Théo, fotógrafo francés. Para qué vestirte –pregunta–; la
aventura no pide ropa.
Théo Gosselin
Tiempos
de astringencia. Elevo la mirada y me confirmo vivo de bisagras enmohecidas;
aún la belleza ocupa mis ojos y la palabra, cuanto menos, obedece.
Desde el deseo
Hasta
aquí me trajo el río. Alzado en este libro angosto y filoso, que inspiró el
poema, aunque trae lenguas de agua. Conmigo Simberg-Hugo colorea, y una fiera
yace en el desierto de Uluru. Me visto y salgo a comprar las medicinas del
final; he de llegar sólido en sexo y dentadura.
En el balcón
Ilustración: Theo Gosselin (c)
Alcanzar
el mar. Copio la pendiente. Humedezco y sorbo a la vez.
Río abajo
Sin
recuerdos del remo ignoro si podré llegar. Por eso me abandoné al río que
rebalsa en vista y genitales. Su corriente alumbra; mi navegante es el poema.
Aguas del poema
Abandono
la voracidad, cambio de pajarera. Ahora es voraz quien antes me cuidó: escatima
el sol y me priva de vitamina D3.
Quién el voraz
Son
pesas de kilo: uno, dos y cinco sobre el vientre. La presión desata
movimientos, depura el canal y escarba en los remansos. La existencia consiste
en reacción y entrega.
Fortaleza
Ilustración: Hugo Simberg (c)
Su
mano en una mano y la otra que recorre el cuerpo. Por más piel que fuese
acariciada, solo se conocen sendas con pasión de día, sea la mañana, o de noche,
al despedir.
Manos en el cuerpo
Ilustración: Hugo Simberg (c)
Son
flores secas, aroma de retamas, la piel tatuada desde infinitos calendarios con
palabras escuchadas en brumas de aliento compartido.
Tatuajes
De frente al fin y vuelto a espaldas, me permito brillar en las pupilas. El río asoma muy seguido en este tiempo; la memoria y el silencio cargan pesas.
Pronto al fin
Pajareras
dije, incapaz de someter alas, plumas, nuevas migraciones de azul a blanco,
últimos suspiros y al único pulmón.
Cautivar el inasible
Ilustración: Artium Peña (c)
Y
sin nombres, ya sin fechas, la convención es una red de piel-palabra que me
sueña en vigilia permanente. Lo que acabó: trasmallo.
El tejido
Cuanto
se amasó busca integración al resto. Forma del conjunto, la firme llama al
penetrar.
Masa madre
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
Ilustración: Juan Muñoz (c)
La
corrección otorga otra estación a la mirada. La reescritura espeja fantasmas
del silencio, sombras al cuerpo, resistencia para amar, el músculo mismo. Tras
su precisión, los bordes tiemblan.
Vuelta al texto
Y el lento del final se apropió
de una semana para cerrar esclusas. Porque toda mirada atrás es válvula sin
cierre todavía. Es posible, acaso, recorrer de regreso la senda de semilla, lágrima
y mendrugo.
Otra pregunta
Heridas
espontáneas. Obturaciones hacia la orilla opuesta, cuando decae el día.
El espectro sobrevive
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
Ilustración: León Asirio
La
pregunta por cuanto está hombre arriba. La contemplación del mar, que siempre
vuelve. Y una clara incertidumbre en la
espera.
La eterna pregunta
Tras la muerte de Henri Cartier Bresson, y durante ocho años más, Martine contempló en su Ganges la memoria del dios; así, mantuvo la sonrisa.
La memoria del dios
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
No
es grafía de un dios, ni plan de observador. Son la luz, y dos testigos de lo
casual, cuando viajan cada gota del río y todo relumbre en su humedad.
Saltos
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
Ilustración: Martine y Henri
Entre
labios de Sidarta Gautamá, el urgente curso vital humedece a un tiempo las
obras de Martine y Henri, sin confundir márgenes, aún durante desbordes de un
amor de treinta y cuatro años.
Margen Henri Cartier
Bresson
Ilustración: Martine Frank (c)
Los
cuerpos, dijo Franck-Martine en su fotografía, son potencialidad de sombra, el
volumen de aire que desplazan, la prolongación del salto, un tiempo para el
descenso, y el reflejo de Buda en sus sonrisas.
Martine Franck
Ilustración: Martine Franck (c)
Aunque
tenue la sonrisa del Buda es una de solo dos vertientes por las que fluye el
mundo. Entre comisuras de sus labios corre el río cuya luz divide oriente de
occidente. La existencia consiste en alcanzar su cauce, y en la profundidad.
Buda
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019
Ilustración: Pintura y artistas (c)
Y
en plena dispersión, asirse al mito: musgo en lo real. Estar, existir y poseer
solo imaginarios. Somos pajareras de tiempo y circunstancia.
Pajareras imaginarias
Ilustración: Vladimir Merchensky (c)