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Continúo siendo aquel niño sentado al sillón del peluquero Nieto, en mi pueblo. Entonces pedía una media americana, como todos los de mi edad en los años cincuenta. Ese corte tenía que ver con el cabello de los soldados estadounidenses de la segunda guerra, y de la posterior administración en Alemania y Japón. Cortes de máquina a los costados y en la nuca, las orejas libres, y arriba bien corto, aunque de tijera. Moda americana, moda militar en los jovencitos. En casi todos, en realidad; hasta Perón mismo, que nos legó el asadito y la conciencia nacional, también lo usaba.
Ahora parece volver, sobre todo en las figuras del deporte y la pantalla, en los jóvenes más populares. Pero este corte del siglo 21 tiene un pasado oscuro: es el corte nazi. Acero por debajo, y arriba un prado prolijo, aunque en ocasiones bastante más largo que el de la media americana.
Y
no es casual que las prédicas racistas de la actual administración Trump,
reproduzcan en mucho los desmanes del nacional socialismo en la Alemania
hitlerista. Entonces se perseguía la pureza de una raza, y quienes estaban por
debajo de los estándares terminaban en las cámaras de gas. Ahora, los militares
estadounidenses dicen llevar la democracia a nidos de ratas. Y parece ser que el único camino para entronizarla
es el exterminio de roedores humanos
en cada país intervenido, colonia de su
American way of life, o a un territorio
militarmente arrasado.
Así como el año
pasado en mi país, ciframos esperanzas de renovación en el gobierno de los
Estados Unidos. Para el bien de todos, aunque no estoy muy seguro de las
querencias del pueblo de aquel país; es todo muy oscuro y la verdad –o
falsedad– parcial, junto con la publicidad, componen un espeso velo que impide
el cabal conocimiento.
(c) Carlos Enrique Cartolano, "Scherzo", 2021
Ilustración: Corte "nazi"
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