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29 de mayo de 2019

Todo es casual ...



  Todo es casual, salvo el azar. Cuanto no fue dicho, por indecible o aún velado, no es inerte y decide. Después se vuelve fuente del por decir, porque mantiene vivo el fuego, es contagioso y funda visiones prosiguientes. Pero lo azaroso siempre parece inmanejable.

Azares del oficio
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Wsimag (c)

El oficio consiste en armar ...




  El oficio consiste en armar la mirada con la boca. Después encender una línea de fuego en altas cumbres por condolerse de otras bocas. Tal como dispuso Agamenón, sin escuchar a Casandra, y sin saber que estaba muerto antes de alcanzar Micenas.

Construir el regreso
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Jorge Rodríguez Gerada (c)

La nada tiene voz ...




  La nada tiene voz. Difiere del silencio, que precede y da espacio a la voz.

Regresar a lo escrito. Cuando el silencio vuelca sus tintas


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Jaime San Juan (c)

Lo que falta al mundo ...




  Lo que falta al mundo está en el sueño. Cuando se permite al sueño su soñar, se obtienen advertencias y respuestas. El sueño se pone de pie con cada uno, confía en superar recelos, sabe que tocará el conocimiento aunque no llegue a tiempo. La sabiduría del cuerpo reside en la inconsciencia. Sólo el cuerpo se anima a totalizar en su mirada.

Vehemencia del descubridor
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Elsa Kroese (c)

El detalle es la mirada...


  El detalle es la mirada, una razón de conjetura. La imagen difiere con cada nuevo detalle, o con cada nueva mirada. Esta mirada es lo que otros no ven, y la de otros, tanto como no veo. Se llama existencia o misterio a la parcialidad de velos, y sorpresa a toda mirada que devele.   

Poniéndome al día

(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: A Mahiques (c)

26 de mayo de 2019

La mirada es gesto ...




  La mirada es gesto del conocimiento, ardid de quien pretende completar contenido a un vaso roto. Es principio que rememora, cristal que a un tiempo refleja y transparenta. Intuye la salida, hacia ella se dirige sin consultar oráculos. Porque apenas nacido y a flote, ya es campeón olímpico el poema.

Entrevista pública
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Daniel Otero (c)

Cuando se funde ...




  Cuando se funde el borde, resuena el silencio entre palabras. Después detiene su mirada en la playa; se dice negativo o matriz, de quienes marchen y regresen. Ni siquiera guión o punto. Tras abandono de la pausa, son cuentahílos que miden la presión sanguínea. Se dicen hidrografía, red venosa, ramajes que en todos reproducen. La mirada encendió un piloto; ahora sopla en él. Encadena al agua sus corceles; es coral de tritones donde late el mundo.    

Viajo al amanecer


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Museo Subacuático de Cancún ...

De la mirada es ...




  De la mirada es el silencio. El tiempo mudo, previo al estuario, antes de hundirse en el poema. Se trata de un hermanamiento: la palabra copia al agua y en ella se desliza. Porque sólo hay un océano, y a todo navegante es común la lengua.

Entre poetas la palabra cose y existe sólo poesía


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Agustín Bejarano (c)

Nacida en brevedad...




  Nacida en brevedad, la mirada tiembla, casi transparente, inexpresiva. Después del roce las palabras conceden chispas, otorgan tiempo y dimensión. Porque salga campante en su paseo, segura de vitualla, a recoger plumas y abrir pimpollos, ancha en su pregunta, revulsiva y libertaria.

Sólo una línea, penetra y sume.
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: León Ferrari (c)

22 de mayo de 2019

huellas ... las propias ... las ajenas




huellas

¡Crusoe!, ¡estás ahí!
Y tu rostro se ofrece a los signos de la noche,
como una invertida palma de la mano.
Saint-John Perse, de Imágenes para Crusoe

no sé si soy yo quien ve tus marcas en la arena o si sabés ya
de mi llegada/ viajero de literaturas varado en la isla
que bordean letras ………………. lector repetido al infinito
apenas te descubro aunque fui previo al bajel/ al desborde
de agonías/ la playa es ancha y nuestra isla promete continente
traje un amor crusoe/ esta pasión que imprimo en mis huellas/ 
.........................................................................................................secos
arpegios de recién venido/ palabras son/ voces son para mañanas
comunitarias ……………………. el mismo sol/ la misma línea
puesta en paralelo al océano/ ese vientre que asegura
vida para tu vida/ poética/ artificio

permitime soplarte la arena de la cara/ viejo náufrago
entre páginas/ el mundo te aloja en galeras de sus bibliotecas
yo te registro/ te asigno ………… fama/ color/ número y rúbrica
contigo camino sobre la marca de sal cuidando repetir las huellas
del perfil de palmas/ de las plantas/ aunque no coincidamos crusoe
las mías sean de impaciencia/ me preocupen tus tesoros
olvide la esencia de cualquier renacimiento/ descrea de mi vejez
me pierda en juncales …………… de tu sonrisa/ firme
como una roca en la playa/ cimiento robinson/ columna tapas 
.........................................................................................................duras
y termine mirándote las manos por igualar tanto destierro


de Aproximaciones, 2013

Ilustración: N C Wyeth


19 de mayo de 2019

Los torrentes ...




  Los torrentes a temperatura desprenden desde un terrón hasta el islote. Tras la mirada flota el poema en la creciente, un perdido ulises, como él en sueños cuando divisa tinta su patria. Si arde, la conciencia es aluvión.

Regreso a la escritura


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Richard Hamilton

Existo sólo ...




  Existo sólo en mirada ajena, mientras empleo la propia en coleccionar arte: sus primicias y desma-dres.  La contemplación de sí es miseria del espejo. Otra cosa es la imagen, siempre difusa en el aire: dibujo de aves que convoca lo indecible.

La memoria teje archivos. Y tiende al paso recuerdos a filtrar.


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: La mirada de Ulieses (c)

Cuánto dista...




  Cuánto dista la mirada del poema, este reflejo de una nueva realidad. Pregunto cómo el eros constituye el cambio, traza un presente y permite sospechar el porvenir. Tal acaso, la función del arte: estética, razón constituyente. El ser ético del hombre sostiene la poesía, “conversación infinita” de la que habla Rafael Felipe Oteriño; es “el paso del yo al nosotros”, según Miguel Veyrat.
  La teoría cuántica de la conciencia, fruto de actuales experimentaciones, ha permitido establecer la existencia “científica” del alma. La consciencia -dicen- es una característica intrínseca de la acción de un universo no computable. Y uno de estos científicos afirmó no hace mucho, que la entrada del alma al cuerpo humano se produce a través de la glándula pineal.
  Desde entonces no he dejado de pensar en “el ojo de Horus”, en las viejas teorías de Lobsang Rampa que compartí en la primera adolescencia con mi amigo más querido. Y por consecuencia, afirmo una vez más: la mirada es ombligo de la existencia. En mí puedo comprobarlo.

El ojo de Horus responde al esquema de la glándula pineal.
Algunas experiencias científicas advierten sobre la existencia del alma,
y su regreso al universo, tras la muerte de su receptor.


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Ojo de Horus

Me recuerdo...


  Me recuerdo motor y consecuencia en la nueva edad de mi vida, esta que se perpetúa desde la última fractura –soldada, creo, al punto de que aquí posea continente de mi existencia más entrañable-. Como hoy, entonces algo me despertaba muy temprano para permitirme contemplar las primeras luces. Reconocía en mí entonces, como hoy, la capacidad de codificar las sensaciones; había un torrente de signos y símbolos consecuentes. El discurso nacía día por día, sorprendiéndome. La escritura me enseñó todo lo que antes inexplicablemente ignoré, pese a la educación recibida por experiencias de vida y tantas buenas lecturas.
La catarata de cuerpos sensibles

bajo ajena y propia piel.

(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Domingo de Pedro Jiménez (c)

Cuál pregunto ...



  Cuál pregunto guarda mejor tu porvenir, y el mío Consuelo Jiménez. Cuál de dos obedece a su naturaleza extrahumana sin traición. Y cuando digo traición pienso sólo en lo venial, porque la aberración es imposible.
  ¿Cuál? Acaso tu perro catalán, “que yace a los pies de lo establecido”. O será el gomero a mi derecha, cuando ordena en las miradas -tuya y mía- su equilibrio de hojas contra el aire.
  Nuestro constituir me parece miserable. Sólo ellos, gomero y perro, establecen un orden afín con propio sueño. Como el arte –ese desafío-, la última palabra –quién sabe cuál será-, y este silencio cuando se torna distancia.

Leo a Consuelo en la red


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Muy mascotas (c)

8 de mayo de 2019

Lo llamo misterio




Lo llamo misterio: cuanto desliza del huevo cascado, como lo poco que asoma a la izquierda de la pantalla y la voz oculta bajo retrato, voz o mensaje de texto. En este tiempo no alcanza el nombre y necesito contacto, una lectura detenida, la experiencia histórica, cuanto aparee infinitas miradas del mundo. Porque en cada esquina se sientan esfinges, se inscriben acertijos de creciente complejidad, se renuncian paternidades, y me incluyen alianzas más breves cada vez. Aquí lo fatuo hace difusa cualquier certeza; dicha, mi verdad no alcanza y los recuerdos engañan.
  Quizás deba utilizar cedazos del sueño, atrapar revelaciones del otro lado, buscarle fuentes al río y los espejos.

¿De dónde vuelven los pájaros?


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Man Ray (c)

En torno de mí ...




  En torno a mí el temblor: el resto arrastra existencias con motores, enciende cercanías del brillo, hace contacto eléctrico, renueva células y descama pieles. Sucede la energía, el órgano, cada cuerpo en otros. Todos deudores y sólo el rigor de un número bajo sábanas, nubes y páginas vueltas tiempo atrás. Muchos somos volúmenes abiertos a la perplejidad, aunque incapaces de comunicarla, confesos tras sesenta calendarios de intenciones. Otros son olvidos de la penumbra, óxidos de gloria en la biblioteca. Y muy pocos encontraron la humanidad en desván de sus miradas; estos son los precursores de Whitman, los revolucionarios de nombre y pincelada, los que dijeron desde dioses que tiemblan todavía. Quienes no justifican marcos.

Ausente a la presentación del nuevo libro de Jotaele Andrade


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Raymond Depardon (c)

El idioma gesticula ...




  El idioma gesticula; las marionetas del escritor tratan de imitarlo, casi siempre mal y a destiempo. Del idioma es la palabra, su poesía, el escenario y su condición del invisible. Los gestos iniciales tratan de explicar la sorpresa, después corren entre líneas y corrigen para intentar el vuelo. El gesto es de tierra, el verso de aire. La gracia consiste en saber carretear.

Fragmentos: Barthes y Gorlier III


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Denica Veselinova (c)

Oxímoron del hastío




  Oxímoron del hastío. Sólo ingresa quien lleva plan de fuga. El método vacuna, se alza con propósitos, las llaves y el códice. La lectura en prospectiva libera; la escritura en zozobras del hastío enceguece; el tiempo es cabalgadura ladina. El hastío sabe, y el escritor conoce recién cuando relee, días después.

Fragmentos: Barthes y Gorlier II. 2 de abril 2018

(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Juan Gris (c)

En blanco o vacío ...




  En blanco o vacío, previa y fruto. Aquí la palabra gobierna, ella es tiempo porque lo detiene, vuelve del blanco, de él surge pero jamás satura. Ella flota con la conciencia absoluta  del punto de aterrizaje; atraviesa medium y teclados, circunstancia y tintas del espacio. La palabra casadera, la letra consorte inagotable busca resquicio por donde precipitar, desagota babel, cada vez su ejército de ocupación bendice la tierra y amanece. Blanco ilumina al fin.

Fragmentos: Barthes y Gorlier I.


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Joan Hernández Pijoan (c)


En día de ayuno ...



  En día de ayuno y abstinencia, la hechicera se desnuda a treinta metros de mi ventana. Proyecto gastronómico. La carne se ofrece en templanzas de una vecindad de pleno sol, y temperies asaltan los mercurios. Pasa en limpio su cocina como si en ello le fuera la existencia, el último orgasmo, o aquel amor perdido visto de regreso a la distancia. Expectante está el mechón de pelo sobre la espalda. Todo parece copiarse en mis manos, mientras la piel entre senos danzarines, brilla con reflejos del cristal.
  Todas las mujeres están en una, cuando ella confirma realeza en mis pupilas de zángano advertido.

Religión del viernes


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración:  Elena Colás Garcìa (c)

Mi corazón sopla



  Mi corazón sopla desde siempre. Cuando era chico me desvelaba escuchando el susurro de esa tapita que aunque bien lo intente nunca termina de cerrar. Es la válvula malhecha que hoy llaman con mi nombre. Un compás propio. Siete décadas después susurra en ambos oídos a la vez cuando acabo de levantarme, entre las cinco y las siete, según las horas que lleve dormidas. Porque algo debate espacio en mis arterias antes de consumir un comprimido rosa pequeñito, dicen. Y es también el año siete si cuento desde mi decisión de entrega al ritmo sinfín. Creo espontáneo por eso cuaderno siete,  el sorteo de mi identidad –siete números, y cinco de ellos son sietes-, las consecuencias del metrónomo que no cesa de regir: la sangre busca forma en propiedad y dibuja el verso en interiores, oídos afuera.
  Acaso esto es el arte, pregunto. Algo precedente busca a mi través utilizando dones, la sangre que renuevo diariamente, la hidrografía del cuerpo: el existente que cultivé bajo mis plantas y arborizó por millares vastos ideogramas. Tanta memoria concibe en mi árbol un roble, un cedro. No podría tratarse ya de las casuarinas de pasión adolescente, ni de rupturas y estallido propios de eucaliptos. Quien continúa preguntando supera en vida al conformista, no hay qué ni quién logren abatirlo.
  Quizás por esto los encuentros, que mi hija menor cargue con mi paternidad no sólo en artes sino también en ritmo y soplidos. Aunque no sepa qué fue antes, si soy fruto del tiempo, o si tal vez temporizo en la palabra. Solo sé del corazón y su lenguaje.

A mi través


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Residual Store (c)

A partir de allì ...



  A partir de allí escribo por primera vez. Por la única y última oportunidad, con la certeza mínima que otorga la existencia, sabiéndome tan cerca que la verdad astilla y me desgarra, sintiéndome siempre distante, ciertamente equivocado, sangrante en apetitos, robusto en dones de luz y sombra, solo y mecido en multitud de voces, en medio del campo y la tribuna, otro rugido, la primera lágrima.


Fin de semana largo

(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Adara Sánchez (c)

En el comienzo ...




  En el comienzo está la forma: un proyecto de lectura y cómo agotar el pendiente, un estante a medida, la escucha del cuerpo, cuantía y peso de imagen o palabra al asalto. El punto de partida es un borrablancos, el instrumento capaz de develar la línea, a la vez hilo y costura, aire y tierra, agua y fuego.


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Neil Craver (c)

Cuando me gana...




  Cuando me gana el velo y soy la noche, mi desnudez opaca otros brillos. Me vuelvo a la distancia, soy memoria, espera en la paternidad, primicia del final. Cuando me cubre la oscuridad, voy quitándome el mundo, sus ajuares de sobrevida hasta conciencia de última palabra, aquella mirada que purgó el silencio, puentes volados a reparar con luz, honduras donde ya no sirven los cristales. Entonces me quito los anteojos y vuelvo a ver,  me subo a la espiral del continuará. Un sayo de piel ahíta de esplendores que colmaron las caricias, me cobija.  Cuando estoy en mí y supervivo.

Tras la celebración


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Walter Strobl 10 (c)

Una hora antes...



  Una hora antes que ayer, aunque quizás ya tarde para horarios de días prosiguientes. Todo anticipa y me madruga sin importar qué vaya antes, porque será siempre insuficiente el envión de una palabra, habrá que sumar otra, otras, y muchas más para asegurar destino al viaje. Un idioma propio, la forma, a un tiempo resguardo y definición, adarga y acero, el nombre de quien retrasa pero llega. Siempre, pese al vórtice, al vacío, a esta cinta transportadora que en su velocidad no distingue.
  Sin pensar en qué quedó detrás: jirones de piel, huesos en la molienda, un color que fue bandera, miradas asesinadas en cono de sombras, poemas que recién nacidos sentí entrañables y se olvidaron, palabras calladas, limaduras de emoción.  Lágrimas de Circe, melancolías de un navegante. El tiempo es todo. Arrepentimientos y regreso, aunque también amanecer de otro horizonte.

Sobre la fecha, otro otoño

(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Ingmar Bergman (c)

Se vuelve ...




  ¿Se vuelve? ¿O se nace? El aura del día -6:43- se recorta tras edificios al este. Es tan diferente al mudo rumor de la noche. He vivido entonces y hoy revivo para el deseo, por culminar un ciclo, tras otra muda de piel, o nombres quizás -todo es según se llame-, por lo que sin sapiencia veo y por cuanto una vez visto reconozco. Otra realidad, contextual ahora: sus negritas bailan con melodías que olvidaba.

Georg Philipp Telemann, el más prolífico


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Olivier Valsecchi (c)

Esta cabeza ...




  Esta cabeza manda. Una de ambas piernas confiesa límites: quebradura a la mitad o gozne agarrotado. Distingo manda de orden; aunque diga “orden” por imperio, porque a mi edad prefiero mantener cierto desorden. Sólo hay preceptiva detrás escucho decir. La memoria sabelotodo grita sin freno; ella, sin articulación ni piernas que engrasar, desafía cualquier mando, descree de fracasos y sorpresa.
  Este poema me deja pasmado, su lectura arroba, es parte de lo indecible, una raicilla del idioma original, un molde en fin. Quien intente reproducirlo, plante de él cepas en su tierra; fundará lenguas de nuevo paraíso. Entonces, subvertirá al anterior.

Leyendo poesía norteamericana contemporánea


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Arte Guías (c)

Me acompañó al nacer...



  Me acompañó al nacer una tormenta de verano. El agua cantó aquel mediodía de mi pueblo sobre teclados de canaleta, y cuentan que los gotones medían ese enero quince, cuatro centímetros de diámetro. Desde entonces la corriente me circundó a medida, interesó el garguero, cristalinos, y salpica a diario los papeles. El tiempo es cuanto sujeta a flote; por eso son líquidas mis cronologías.
  Y es barco la existencia, marea el verso de media luz, cuando llueve todavía y en cada esquina nazco al mismo arroyo. Quiero decir a mi gota, fragmentada en tantos días como viví. Ahora ella penetra mi memoria: porosa, evolutiva, gran mutante, cuerda, lengua y línea.

Discurso del tiempo


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Baptiste Debombourg (c)