Por
fin comprendo que soy ficción, que jamás sabré por quién remo ni qué mares
atravieso. Aún ignoro nombres del héroe, cuál destino y puerto, qué penumbra de oro –Borges dixit– envolvió
en sobrevida los libros y sus dioses.
La penumbra de oro
Ilustración: Gustavo Díaz Sosa (c)