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22 de septiembre de 2010

Motivos del Guernica




Pues nada hay oculto
que no quede manifiesto,
y nada secreto que no venga
a ser conocido y descubierto…
Lucas 8, 17

Poema uno. Golpe de vista

Una cesura entre palabras
Una cadena de plegarias.
Horizonte.
Antes el pintor en su inconsciente
Después las bombas.
Una bandera/ Un escenario
De sombras gesticulantes salidas
De la sombra:
Iluminadas.

Artista en su estudio
Como cualquier otro
Despierto a la ducha matinal
Desde la confusión
O el sueño. Pero él:
Él primero
Antes de la muerte desde el aire.

Un trazo ondeante. Un alarido:
Una señal puesta a brillar
Para las generaciones.
Cenit. Origen. Materia estelar
Línea gris. Frontera de la vida
Con las bombas.
Donde es terreno Dios
Y Guernica santifica.



Segundo poema. Lenguas con punta

Habla. Canta metralla y explosivo
Sordina el llanto. Esparce polvo
Suena alarido y musical.
Es brutal y oscuro
Confuso: nadie es lo que fue
Todo se parece a lo demás.
La picadura divide/ Infecta
Necroparasita.

El pintor evoca a Rubens
(en Los horrores de la guerra. El demiurgo
que apila condena/ ejecución
y muerte atea):
Pero Pablo invierte su tiempo
Es subversivo:
Guernica avanza a contramano.

Su destino es el pueblo
Ese toro velado entre escombros
Gesto fiero. Él / Indiferente
Parche de tambor
Rabo u oreja de tanto vencedor
Prosaicamente existencial.
La escena transcurre hacia él
El toro nos contempla
Triunfa en la desolación
De polvo. Olor de muerto. Apagado
Ardor. Sofocación y amnesia.
Él espera. Sabe esperar.

Todos llevan lenguas
Puntiagudas. Como bombas:

El pueblo incendiado
Bajo el ronquido alemán.
El brazo opresor de sueño
Y mentiras de Franco.
El pueblo parecido al toro
El toro encarnando a Marte
El pintor habitando el toro
Y la esperanza.

Pablo nos levanta porque cree.



Poema tres. Incertidumbre y bruma

Es afuera y es adentro
A una vez. El sentimiento y el gesto
Exterior es íntimo. Negro
Y gris aunque es la tarde
Ancha gama de grises el infierno
De las bombas incendiarias.

Apenas si una mancha de azul
O pardo en los extremos.

Es de día. Es de noche.
Han probado el poder de fuego
De los mosquitos letales
Y es de noche.

Las bombas siguen cayendo:
Caen en Guernica
Y la ciudad vasca crece detrás
Y por delante en la historia
Del hombre. Es Guernica
Hoy porque luchamos
Con la confusión/ Con su noche:
Velos densos de las dictaduras.

Siguen cayendo las bombas
Y los soles se extinguen
En todas partes. Continúan apagándose
Sus grandes ojos vigilantes.
Es de noche. Impotencia
De las bombillas eléctricas.

¿Quién traerá el quinqué
Quién iluminará esta noche eterna
Qué amanecerá qué día y para qué?

También es Guernica entre nosotros
Mientras tensan los hilos
Y nos malarrean.

Mientras caen bombas
Muerte que gravita
Por primera/ Por última vez.



Cuarto poema. Fraguas

El lienzo es universo:
Lleva una vida recorrerlo
Comprenderlo. Meterlo dentro
Repetirlo. Es un gatillo
Y una flor. Es imagen
De Dios y es reflejo en el hombre.

Guernica sucede y no concluye.

Uno:
A la derecha la mujer llameante
Conocido el horror
Desde el primer periódico
Es devorada por bocas
De odio y esterilidad.

Dos:
La conciencia despierta
Al dolor del hijo muerto
-no hay mayor infamia
que la guerra- repite
La madona bajo el toro
Vencidos pechos: lágrimas vacías.

Tres:
Debajo la furia
Herida y sangrante
Henchido el vientre/ Arrastrada
Hasta el centro de la imagen
Por encarar al enemigo ausente.
Sus pezones ansiosos
Son cascabeles doloridos.

Cuatro:
Y por encima Venus
La amante Dora del quinqué
Ilumina y rescata y resucita
Glorias terrenas
Eternidades y coronas.

¿Qué es lo que se ve?

Cuatro mujeres: cuatro fraguas
Hacedoras.
Son cuatro principios
Ignorantes de la muerte.



Poema cinco. Otra vez el engaño por caballo

Aquí el caballo al centro es la pasión
Aunque herida y con golpe letal.
Nunca más impropio ardor
Que el moribundo.
Arma mortal es la impotencia:
Termita en la corteza cerebral.

Al caballo lo atraviesa una lanza
¿La del jinete?
¿O es cabalgadura de tirano
Corneada por el pueblo?
¿Qué se lee en su grupa
En sus hijares. En sus carnes
Descendentes/ Ya raídas?

Es caballo inocente. Preso
Del sueño y mentiras de Franco
Propietario de aviones y de bombas
Fuentes del estallido
Verdugo del artista. Incendiario.
Domesticador de caminantes
En el Reina Sofía.

Pasión herida. Débil y corrupta:
Caballo asesino del jinete
O guerrero esculpido. O descuartizado
Pintor o héroe monumental
El de espada rota. Él roto
Él: un muñeco florecido.



Sexto poema. Lírica es la herida

Antes maceró sus labios
Esponjó la carne
Preparando sus profundidades
Al aguijón
La intimidad al explosivo de aceite
El fuego eterno.

No hay carnes más arrasadas
Que las del artista
Ni herida menos lírica
Que la de Pablo.
Las bombas lo despedazan
Armándolo. Lo descuartizan
Volviéndolo comprensivo
Del conjunto
Al centro del testimonio.

Pablo es la señal
Él es Guernica.
Vino por la defensa. Destapó
Tantas miradas.
Cerró la diáspora
Concentró y espesó
Desde angustias claridades.

Y todos fuimos Guernica
Todos fuimos Pablo:
Tanto creció la herida
Para tamaña alegría.

De la sombra emergen
Sombras iluminadas.
Porque costuras de días
Con noches
Laten humanizadas.

Lírica es la herida.



Poema siete. En esta Guernica

Tierra criolla es tehuelche
De comienzos del diecisiete
Cuando éramos colonia
Y el franciscano Bolaños se entendía
Con Tubichamini. Entonces
No había bombas ni antiguo roble:
Las libertades eran anchas
Para vascos conquistadores
Aquí y allende.

La laguna de San Vicente
Amanecía francamente. Estaban lejos
Los tábanos incendiarios.

Tres años antes del primer bombardeo
Aéreo tuvimos nuestra Guernica
Réplica de la predestinada.
Si los nombres significan
Ella fue símbolo argentino
De sangre inocente derramada.
Fue tierra de tangos y después
Jorge Antonio apacentó caballos
Cuando era fuerte Perón.

Y porque no hay casualidades
Sus calles se llamaron
Con nombres de artistas
Siempre supo de corceles y toros
Populares.

Después cuando en junio
Cayeron más bombas que
En la original Guernica
Esta tierra argentina iconoclasta
Demoró sometimiento
Y pactos.

Conociendo la traición
No traicionó
Mantuvo limpias sus mañanas.

Dicen que las madres son más madres
Aquí y en la Guernica vasca.
Que los artistas como Pablo
No se venden
Ni transigen con poderes asesinos.



Octavo poema. Epílogo


La poesía es caballete
Si se trata del artista herido:
Ganar su llanto. Tomar la espina
Dulcemente sentados a la mesa.
Y compartirlos.

El poeta y el artista son
Ocho personajes. Aquí están
Todavía. Guernica sucede
Aún Pablo nos pinta las pupilas
Y ahora de pie cantamos.

La poesía es caballete
Carreta. La siempre rueda
Fumigando traiciones y odio.
La pintura fluye. Mana la poesía.

En las manos cruces
Del Cristo diario.
Rosarios del dolor que salva:
Es el amor que vence
Única ametrallada la muerte.

Una paloma emerge de la niebla
Dibuja su contorno
Rehaciéndose en el aire
Primero un ala/ Después la otra
Es el anuncio final:
Eterno triunfo.

(c) Carlos Enrique Cartolano. De A ojo y de oídas, 2010-2011

9 de septiembre de 2010

La edad de oro



¿Qué es entonces la frontera
Si no este intercambio
De suspiros/ Lágrimas y brisas
Amasados largamente
Y lanzados en diluvio?

Es esta cinta amarillenta
Que contiene el horizonte
Por donde lo esperemos.
Y al hombre/ A su energía:
Idea y corazón abiertos.

A la segunda aurora:
Esta senda de oro y seda
Que separa ayer y porvenir
Donde se reconoce
La antigüedad sobreviviente.

Porque respiran todavía
Grandes manchas escarlata
Pinceladas verde y amarillo
Que alumbran el ascenso
Hasta coronar un gran amor.

Mamá empuña sus esmaltes
Papá enciende el cigarrillo
Y silba un tango de De Caro.
Yo arrodillado: ato
Mis cordones y después
Vuelvo a levantar las medias.

Ir y volver son uno
Si se alcanza el fundamento.



(c) Carlos Enrique Cartolano
de A ojo y de oídas, 2010-2011

Huesos de jibia




No nos pidas la palabra que escrute íntegramente
nuestro ánimo informe, y con letras de fuego
lo revele y esplenda como flor de azafrán
perdida en medio de un campo polvoriento.

¡Ah el hombre que se marcha seguro
de los demás y de sí mismo amigo,
y no cuida su sombra que el ardiente calor
graba sobre un descascarado muro!

No nos pidas la fórmula que pueda abrirte mundos;
sí alguna contrahecha sílaba, seca como una rama.
Esto solo podemos hoy decirte:
Lo que no somos, lo que no queremos.




Eugenio Montale. De Huesos de jibia – Las ocasiones. Traducción de Horacio Armani. El autor nació en Génova el 12 de octubre de 1896 y murió en Milán el 12 de setiembre de 1981. Fue poeta, ensayista y crítico musical. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1975.