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10 de marzo de 2022

Abandonada a suerte ...


 

50.

  Abandonada a suerte de palabras, mi carne no recuerda. Cómo decía, o escribía aquel de mis ocho o diez veranos, cuando eran tan importantes rasguños, picazón, ardores del sol puesto de pienombre sobre la piel. Pregunto. Acaso ya veía como miro, imaginaba un interlocutor, escuchaba; si a mi niño escuchaban en su entorno, pregunto. Cuando él acariciaba los maderos grises, veteados, sus  infinitos surcos, ya secos, semienterrados en la arena: qué imágenes, cuáles y cuántos colores. Vuelvo a preguntar.

 Aquí mismo, puertas afuera, hay un chico de edad remota que patea con ritmo su pelota, patea y pica la goma contra mi pared. Solo, durante horas, solo. Conversa con el duende imaginario, lo culpa, y se culpa de haber colgado un balón sobre mi techo.

  ¿Vos también fuiste educado en la culpa, en los años cincuenta y sesenta del siglo XX? ¿Vos también fuiste solitario, y terminaste por inventar un amigo imaginario, al que solo vos veías? Acaso en ese tiempo, las metáforas ya te poblaban y veías una realidad diferente a la de tus mayores. ¿Pasabas al otro lado, entonces? Con gran facilidad, claro; te bastaba con subir al máximo el volumen de la música.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Foro Peruano de las Artes (c)


1 comentario:

José A. García dijo...

No soy de esas décadas, pero conozco esas sensaciones.

Saludos,
J.