43.
Era
Ilión, la guerra de cien años, noches de San Bartolomé tras cada atardecer. Se
cultivó el olvido en fisuras abiertas entre generaciones. He de recordar a
Tupac, descuartizado frente a su mujer e hijos, los sucesivos genocidios de
originarios indoamericanos, la guerra declarada hasta el triunfo de winchester
y telégrafo. Aquí permanecen los sobrevivientes enjaulados en la Exposición
Internacional, y poblando museos en vida y muerte; las trincheras del aullido y
campos alambrados al acecho del himen de París; la flota de tábanos incendiarios,
kamikazes del sol naciente obedientes de la locura imperial; una playa
encendida en Normandía, y miles de cadáveres a flote del dictado de un nuevo
orden mundial; otros miles de moribundos rescatados en campos de exterminio;
Cuba y Ernesto Guevara, el Che, llevando la revolución a sangre y fuego; otro
mayo en París, y Sartre que acierta con el sacrificio de las juventudes
americanas; Albert Camus, verdad de enfrente; la muerte de los más jóvenes
asegura varias generaciones al margen del poder, el triunfo del capitalismo, y
el neocapitalismo después. Los genocidios siempre; los gobiernos militares. El
petróleo. Los dólares, Donald Trump, o una elección inexplicable. Explotación
minera. Muros y barreras. Hoy Santiago de Chile: un vehículo de carabineros
atraviesa a toda velocidad un barrio marginal de la ciudad; de pronto se abren
las puertas y arrojan un cuerpo al pavimento. No sabemos si lo vaciaron por
muerto o por testigo; suenan disparos para asegurar silencio.
Ahora se aíslan las cámaras, pero son cientos, miles quienes presencian
y filman. Y aunque se censure a muchos de quienes trasladan la verdad en las
redes y contrarrestan la falsedad informativa, el olvido cede. La mayoría recuerda
y echa sal gruesa sobre el lomo de las babosas.
(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021
Ilustración: El Ciudadano (c)
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