46.
Viajo en un colectivo, que otros llaman microbús. Junto a mí planea sobre el cristal una hormiga reina.
Camina sobre el brillo deslumbrada por un azul intenso que transparenta la
mañana, junto al mar. ¿Será una reina de linepithema
humile, la hormiga argentina? En este caso me sobreviviría en catorce años
por lo menos. Va y viene la hormiga reina, buscando la fisura que induce su
instinto de insecto himenóptero; ella, la especialista en orificios, conductos
y galerías por los que alcanzar aire y suspiros de mi ciudad. Pero no lo logra,
fracasa y cae una y otra vez, usando sus pequeñas alas solo para volver al
paralelo del cristal. Va y viene fundando la esperanza. Cree en la salida, y en
el dulzor del áfido, su favorito. Después cae sobre mi pierna, y presiento su
fin, la explosión del culo de quitina, el alambre de sus patas plegadas, y
mirándome la palma digo como si me dijera: –de algo hay que morir. Pero no la
mato; ella asciende el cristal otra vez. Viene bien para alguien que no cree,
como yo, contemplar a quien confía por instinto y no desde manuales de trilladas
filosofías.
(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021
Ilustración: CRhoy (c)
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