52.
Diez
cuarenta del viernes. –Deje el cinturón
desprendido y el cierre abierto, Carlos– me dice la técnica de Diagnóstico por Imágenes. Los brazos arriba, bien altos y
estirados, como para no poder sujetarme de nada, ni defenderme, ni hacer
contacto con nadie. Y comienza el estudio. Pienso en Nadie Nada Nunca de Juan José Saer; pienso digo, que no pasa nada.
Nada. No queda más nadie y la soledad me escupe en la cara, porque ella se ha
refugiado en una salita contigua, desde donde comanda el tomógrafo. Pero en
realidad todo pasa. Pasa de todo; la máquina está metida en mis interiores,
mira, escarba, se queda. Para que la carne sea cosa juzgada.
–Respire
hondo, Carlos. –Respire Normal. Promedia el estudio. Veo que se acerca.
–Levante
la cola, Carlos. Me baja el pantalón y se me arruga la dignidad del resto. Descienden
los pantalones, junto con la intimidad. Ella vuelve con el médico que me
inyecta yodo en vena para establecer la transparencia. Para eso debían estar
los brazos estirados, me digo. Descarta el derecho y se queda con el izquierdo.
Aunque no es joven, sospecho que este médico debe ser de cabeza abierta; todos
huimos de la derecha últimamente. Pero se equivoca y me llama Mario; después
rectifica, pero es tarde; me ha demostrado que su impronta es la rutina y no el
paciente.
–Respire
hondo; esta vez treinta segundos. Me cuesta pero llego. Resoplo liberando mis
pulmones. –Ya está Carlos; puede levantarse los pantalones. ¡Ah! ¿Ahora me dejás
a mí la función íntima? Ascienden los pantalones. Mis manos tiemblan al ajustar
el cinturón. Soy otro, diferente al que fui a las diez de la mañana.
Las inspecciones se
sucedieron, mientras la anunciada operación demoraba escalonándose opiniones,
vistas de la obra social, recursos a distintos especialistas para confluir en
el cirujano. La carne se marea, el deseo se diluye en oquedades, y se circula
por yermos donde la belleza está siempre ausente. Es tiempo de una palabra, quizás de un verso,
pero el proyecto se dificulta y siempre olvido lo que no he apuntado. Se
prolonga la espera, esta confusión de la
ciencia en otros, y la decisión parece ingobernable.
Ilustración: Blausen (c)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario