41.
Fui puesto en las terrazas para la visión global; allí cultivé una flor y coseché los frutos necesarios. Tuve una única semilla, de un peso tal que se hizo última y cautivante. Fue un matrimonio de idioma y lengua, una confluencia en las miradas; los libros –en progresión de pasos– me contemplaron, y el prado creció en verdor y propósitos.
Las tierras altas me proyectaron siempre. Viví delicias del verano en las sierras; cuando por corto lapso me radiqué en Andalucía, lo hice próximo a las gastadas elevaciones de Córdoba. Ahora voy por partes iguales: el mar y las sierras. La mirada en largo y en torno cosecha el fruto y acuerda sentido a la existencia.
(c) Carlos Enrique Cartolano. Scherzo, 2021
Ilustración: David Czerny (c)
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