25.
Se
alejó rápidamente; entonces noté sus alas. Una blanca, erguida, se agitaba con
rudeza; la otra gris, retraída, casi colgaba sobre su izquierda. Se precipitó
hacia la luz sonante, alumbraba como violín y musicaba estrellas. El arte es
ese punto al que confluimos caminantes y prófugos, donde un sabio ingeniero
repara alas y remienda corazones. Sé que se quemó al llegar; ella, muda.
Después sus palabras abrieron cauce buscando el mar.
Ahora sé que no existe ángel que llegue como tal hasta mí. Sus naturalezas son frágiles, y ya próximos se corrompen sumando sexo y nombre. Me resultó imposible buscar restauración con uno de ellos. Solo han atinado a curarme a mí.
Ilustración: Electric Trends (c)
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