12.
19:50 del domingo, Vieytes e Independencia. Expira el feriado, termina
setiembre, y espero final de impresión de mi último libro. Me paro en el
refugio del transporte público. Atrás, aprovechando alguna sombra, una joven
pareja expresa sus sentimientos con un abrazo; él apoyado en una saliente del
muro abre las piernas y ella penetra el ángulo para alcanzar el vértice. Sopla
viento marítimo, ese del que me protejo en el refugio, y que ahora sacude el
vestido suelto de ella revelándome formas de cintura y caderas en progresión
perfecta.
Es
la brisa que arrastra el tiempo y recuerda otras imágenes, similares formas,
potencias del deseo, la permanente comprobación de belleza al paso. La
existencia es inspección de escaparates que a poco se hunden entre niebla y
fronteras del cuerpo. Con cada imagen se renueva el único poema, y sé que ya no
acabará este desfile de comprobaciones. Del deseo al sueño, de la ensoñación al
manotazo de la realidad. Confieso mi total incapacidad de síntesis
totalizadora; la crítica me acompaña y traigo a colación desbordes varios, tras
cincuenta y cuatro años de carne enamorada.
Esa cuenta me coloca
en la ocasión de entrega de mi virginidad. Porque se entrega; de ninguna manera se
pierde. Comprender cabalmente esto supone darle el mayor crédito al deseo, y
embarcándose en él, vivir amando.
Ilustración: Egon Schiele
No hay comentarios.:
Publicar un comentario