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25 de febrero de 2022

A mis setenta y ...


 

32.

  A mis setenta y tres años, la maduración no cesa. Sigo encontrando explicaciones, los conocimientos crecen y con cada sorpresa el paraíso original parece estar más cerca. Una cuestión central continúa rondándome, y cada día parece cargar con más razones junto a su ser perentorio. Al aproximarse la muerte me pregunto por los legados, por cuanto dejo, a quiénes cargo con tareas, a quiénes preocupo. Voy por la memoria en los otros. Me he convencido de que la muerte no tiene otra explicación más allá del silencio y la ausencia; por lo tanto no especulo con ella, solo lo hago en torno al tiempo que demore en alcanzarla. Seguramente habrá diversos signos que permitan notar que se aproxima: una o más operaciones, el progreso de una o más enfermedades. Está todo en ciernes. Y existe, además, una respuesta que he de alcanzar antes de que la parca me bese: ¿Por qué la escritura en mi vida? Y en dependencia de ello, qué, cómo y cuánto legado. Voy a intentar responderlo en los siguientes números.

 

Como la existencia de todos es variable, y cada uno pende del resto en curso y cambios, las elucubraciones sobre el tiempo y los finales se modificaron drásticamente. He recorrido con mis manos el rostro de la parca, un mapa de mi propia vida, con cumbres y bajíos. Continúo esperando, pero la escena y el decorado son diferentes.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Miguel Ángel

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