116.
Suzanne
Valadon atravesó ventana abajo el espacio mediado entre Erik Satie y el
empedrado parisino. Tuvo fortuna al pararse solo con ligeras contusiones. Pero
esa mujer cayó por la ventana, porque era demasiado para su sexo cuando
epilogaba el siglo XIX; hasta se había atrevido a pintar desnudos masculinos,
algo en verdad impensado. Aun para el peculiarísimo orden de Satie.
El músico de las plumas bailarinas terminó con el corazón destrozado, y decidió no tener nada que ver con mujeres desde entonces. Y lo cumplió, al menos vedando testigos de lo contrario.
Tirar una mujer por la ventana al sentirse superado. O incomprendido, en manos de un orden diametralmente opuesto. Eso, para quien el orden es solo uno y personal, con exclusión de cualquier otro.
(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021
Ilustración: Suzanne Valadon
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