CONTENIDO DEL BLOG


7 de marzo de 2019

El auriga




el auriga

  Pithagoras de Reggio, artista de la Magna Grecia, fue en su tiempo el provocador que yo quiero de mí. Los excavadores recuperaron partes de su oficio: Polyselos privado de su izquierda, aunque con derecha grácil al tomar las riendas, los pies firmes en su antigüedad entregados a la memoria, el vuelo del vestido anticipando carreras, la mirada de piedra parda incorrupta y fija, tres patas pertenecientes quizás a sólo uno de los cuatro caballos,  fragmentos de un cola para ahuyentar demonios, el eje sobre el que afirmó movimiento el carro, y el brazo izquierdo del mozo de cuadra que contuvo aquel día ansiedades equinas, pero que ya no sirve para reponer el miembro faltante al auriga. Mucho vacío además, que el Museo Arqueológico de Delfos intentó sostener con el sabio espejo de la historia: el vínculo quebrado con el carro, las ruedas que faltan al giro y apoyaron firmeza al personaje, la inquietud de los caballos, las crines siempre prometedoras de ráfagas –blancas quizás- contendientes del tiempo, y la fisonomía del servidor caído en profundidades de la noche. De todo ello, los museólogos trazaron un dibujo del que se ufana Polyselos.
  El ethos, o valor moral, y el pathos, o emoción, persisten en la expresión del tirano. Entonces se medía justicia con carácter e intensidad del golpe, tal como ahora, apoyándose en rugidos de la multitud. Tal vez, como continúa sucediendo, los resultados electorales y deportivos permitían interpretaciones arbitrarias de la realidad, a espaldas de los intereses populares. Y la religión cubría apariencias.
  ¿Cuántos tiranos continuarán bajo tierra, esperando la oportunidad de retomar protagonismo? ¿Qué tormentos resta recordar para que la serpiente del conocimiento resulte eternamente inofensiva?


En el 474 a. C, el tirano de Sicilia Polyselos de Gela,
venció en la carrera de cuadrigas de los Juegos Píticos,
que se celebraban en Delfos.
De acuerdo con el mito, dichos juegos habían sido fundados por el dios Apolo
como un concurso poético, musical y atlético para apaciguar
a la serpiente Pitón. Personas de todo el mundo griego competían
cada cuatro años para lograr la victoria y obtener
como premio una corona de laurel. El Auriga de Delfos, por tanto, tiene
un carácter conmemorativo de la hazaña que supuso
para el tirano vencer a otros hombres en los juegos,
y también es un monumento para la exaltación política personal.
A la vez, constituye un exvoto u ofrenda a Apolo
en señal de agradecimiento.
La escultura de bronce de 180 cm de altura, que representa al corredor
de un carro de caballos, fue encontrada en el antiguo santuario
griego de Delfos en el transcurso de excavaciones practicadas en 1896.

(c) Carlos Enrique Cartolano. Recuerdos del olvido, 2018

Ilustración: El Auriga de Delfos


No hay comentarios.: