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14 de abril de 2019

Setenta ...





  Setenta y uno para otro más. Aquí llegué y estoy para comprender finalmente que no es esa mi edad, ni este mi cuerpo, que el tiempo y el mundo son otra cosa. Nada tienen que ver con los espejos, la primera plana de los diarios, ni las pantallas de cuarzo, alguna agenda, o los reclamos de una red que se dice universal.
  Mi tiempo (porque es naturalmente íntimo y transparente al resto) abreva en los cuarenta y cinco, que cumplo a cada instante en que reafirmo la escritura: mi huella en playa diaria, esa mutante sin cura.
  Este cuerpo mío, a salvo del decurso, tiene tapas de cartulina, folios, piel de tinta, y en días de sol sale a picotear simiente por orillas del arroyo. Entonces, es uno de esos gallitos pigmeos con plumas verdes, rojas, azules y amarillas.
  Y el mundo, por fin, es ese de la mirada en tránsito, tan diferente al de ayer, o quizás al de mañana.

En vísperas de carnaval, son disfraces…



(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Ingo Waschkies (c)

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