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9 de abril de 2019

Accidente-atentado-consecuencias





  Volverse sólo cuestión de números semeja área de bombardeo, un campo de batalla. Entre tanto dicho en estos últimos años, alguna vez definí al número como un ente de boca estrecha y corazón de lata. Del cual esperamos la muerte, el último reflejo, la hora final. Las guerras, la persecución y la violación de los derechos del hombre en todas sus formas, son afluentes del número. También la descomposición social, la corruptela cultural, la miseria y el hambre, el crimen en todas sus modalidades… Quiero decir: cuando todo se espera de la economía perdiendo de vista la naturaleza del hombre y su vitalidad, el sentido de la existencia humana, un futuro que merezcan las raíces y el pasado que honramos, se producen los accidentes que condenan la vida en cada uno y nos acercan a la muerte. Son verdaderos atentados.
  El accidente consistió en una burbuja de metano que epilogó tanto irresponsabilidad, como apetitos económicos desmedidos del capital mundial. El atentado: la imprevisión que generó el derrame de petróleo más importante de nuestra historia. Y las consecuencias, que están a la vista, comprometieron drásticamente las condiciones de habitabilidad del planeta. Productos del número, que el mismo número –por la vía de penalidades e indemnizaciones- jamás podrá obviar, ni siquiera disminuir.
  En el terreno de las etimologías, nuestra palabra derrame abreva en alejamiento, y en rama descendente. Por cierto, estamos en presencia del hombre que toma distancia del hombre, que pierde estatura moral y licúa su porvenir. En tanto, desborde es cuanto supera los límites, crea una ley propia al borrar los bordes, desata manifiesta furia contra un estado de situación o equilibrio en la convivencia humana. Más allá de medir y comparar, quien se refugia en el número y hace de él su horizonte es un criminal, y para peor escupe hacia arriba.


La plataforma Deepwater Horizon perforaba un pozo a 7 kilómetros de profundidad y a 64 kilómetros de las costas de Luisiana. La plataforma la operaba la subcontratista Transocean.
Otra empresa, Halliburton, había sellado el pozo con cemento y lodos pesados. Una burbuja de metano ascendió a la superficie el 20 de abril de 2010, provocando una explosión y un incendio. Dos días después se hundió la plataforma. Emanó al océano una cantidad  de crudo equiparable a la superficie de la isla de Manhattan.
No se selló la fisura hasta el 15 de julio de ese año.


Dos años después del vertido de 4,9 millones de barriles de crudo al golfo de México, la petrolera británica British Petroleum aceptó declararse culpable de 14 cargos criminales y pagar 4.500 millones de dólares en concepto de indemnizaciones; de ellos, 1.256 obedecen a una cláusula penal, la más alta en los anales de la justicia estadounidense (…)
BP se declara culpable de 11 delitos por negligencia y fallos de seguridad en la plataforma de extracción de crudo (…), en la cual una burbuja de metano provocó una explosión que mató a 11 trabajadores y dejó abierta una fisura en el pozo durante 86 días
(desde el 20 de abril, hasta el 15 de julio de 2010) (…) La mayor parte de la indemnización se pagará a la Fundación Nacional de Pesca y Vida Silvestre en un plazo de cinco años (…) (Sin embargo) queda abierta una plétora de casos por la vía civil, a los que la empresa aún debe responder. Hasta la 9.06.2014, BP ha pagado 14.000 millones de dólares en labores de limpieza y reconstrucción, y ha establecido un fondo de 20.000 millones para indemnizar a los afectados,
de los cuales sólo ha empleado 9.000 millones hasta aquí. La petrolera emplea a unas 23.000 personas en EE.UU. ((sobre un total de 74.500 en todo el mundo, resultando la octava empresa privada en importancia del concierto universal, según Forbes))
-Composición de diferentes fuentes de noticias-

20 de abril de 2010



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