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9 de abril de 2019

Alguien recordó...



  Alguien recordó el blanco mientras otro trajo el punto. Y en esto consiste, han dicho, la existencia: ocupación y yermo, agua o sequía, atasco y vía libre: abigarrar el texto o permitir paso campante a la palabra. Dije punto porque la coma, si es que alguna vez tuvo existencia fuera del garguero y la expresión, hoy fue digerida por un tiempo que difumina, evapora y hunde. Hay un mar en el lenguaje y poco queda a flote; la razón alza salvavidas, mientras el poeta prefiere las borrascas que llevaron a Ulises a la playa. Aun desnudo, aun descubierto por la de hermosos brazos. En la cuenta de horas y días, me abisma febrero, el impaciente, un dios que arroja a espesuras de brevedad. En la cuenta de horas y días, me abisma febrero, el impaciente, un dios que arroja a espesuras de brevedad. Por fin, digo, todo habla desde su deidad, expresa espera, la necesidad, una última palabra que pinte en cuerpo y alma, hasta unión y distracto. Cualquier saña es por un nombre, aun la de veinte compañeros que Circe liberó, esos que después murieron en el naufragio mientras Ulises montaba marejadas. Digo: los que eligieron entre punto y blanco, distinguieron espacio de multitud, no entretuvieron sus consigos. Al fin tocaron la única palabra.
Blanco y entrega disputan sus días,


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018

Ilustración: Marc Chagall (c)

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