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12 de septiembre de 2022

Encontrarse en sí ...


 

227.

  Encontrarse en sí, porque no existe el vacío. Recurro a la memoria, mi continente, y al consuelo de actividades que me atraviesan como sudestes de la renovación. Ahora, en soledad, cuando el ánimo gregario se soslaya, la escritura conduce a cierres diferentes. Pero el oleaje no se detiene; floto y flotamos en una línea de agua quieta, en interiores de la ola, tras la piedra y su destino de arena.

  Al final de esta frase hay una constelación, dijo Rafael Felipe Oteriño en su Poética, porque por igual la realidad nos aborda. Y el mundo está ahí, aunque más lejos estos días.

 La edición, la palabra en otros: mi consuelo; la elección del maestro, mayúsculo aliento en tiempos crepusculares. Rafael Felipe Oteriño, poeta mayor de mi ciudad, cuya amistad me honra. Recuerdo ahora que en 2008 consulté por la edición de uno de mis poemarios a Pablo Anadón -Ediciones del Copista, entonces–. El libro que le presenté, fue el poemario que finalmente publiqué en 2013 con el título A ojo y de oídas. Pablo Anadón me había contestado entonces, diciéndome que había en esta selección algunos poemas maduros, pero que en general debía estacionar el libro por algún tiempo, para que el contenido decantara. Como si se tratase de vino, pensé.

  Si la comparación vale, desde aquella consulta decantaron en las vasijas vinarias de la mirada, poemas de otros muchos libros que publiqué. Y por añadidura, debo confesar que aún me tienta decantar viejos poemas al ejercer la propia relectura. 

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilustración: Mar del Plata 


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