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12 de septiembre de 2022

Caen celajes ...

 


229.

  Caen celajes de la memoria; el recuerdo ha muerto, o en realidad jamás nació ninguno de esta especie. Se han cerrado las fronteras, y al mismo tiempo se alza el límite social. Transcurro antesalas del anónimo, y al tomar distancia pierdo el nombre, deja de interesarme el nombre ajeno.

  La suma de experiencias gravita con peso muerto. Miro sin ver; palpo sin reconocer; huelo sin que me atrape el abismo. No hay paraíso perdido ni posible; el infierno dejó de arder. El frío polar penetra mis sentidos; me he sentado a esperar que el dolor cese, ahora que la vertical de humanidad cede.

  Los deseos hilan palomas en altura. Ellas, incontaminadas, arrullan todavía. Pero ninguna echará a volar porque el aislamiento prosigue.

 

  En mi infancia, la libertad consistió en cincuenta metros de fondo, con flores, viña, gallinas y huerta. Las palomas eran entonces simples vigías en lo alto de cornisas. Jamás me atreví a molestarlas. La primera vez que contemplé a una muerta, piedra y honda tuvieron el nombre de mi amigo Jorgito. Después su mamá la cocinó, y la comimos; pero allí, no había vuelo que cupiese.

(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021

Ilyustración: Alamy Stock Photo (c)


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