2.
Centro mi compás a mitad del Atlántico, y pregunto si el círculo que
trace podrá besar mi arena, y así alcanzarme. Hasta aquí no llegan las gaviotas
y solo escucho las voces de ahogados cuyos cuerpos cautivó el océano. Son relatos
de batallas con el mar y enemigos, penas de amor y búsquedas del paraíso
perdido, con sus tesoros de carne, gemas, el oro y las certezas. Porque la vida
es una, la misma en mar y continente. Para ella fuimos puestos en el planeta,
como fundadores y eternos refractores. Solo se nos vedaron memorias de vidas previas.
He clavado un
extremo del gigantesco compás de sombra sobre las aguas. Me sorprende la
firmeza del terreno, pese a tanta oscilación y cambio. Entonces, cuando
concluyo el viaje diario, encargo a la amante que dicte poemas a mi noche.
El mar de noche es diferente. Se lo sospecha, como al amor durante el día: lo posible y misterioso es doble estímulo para el deseo. A partir de él,será conquista cuanto someta al tiempo, sorprendiéndome.
Y siempre se
sospechan las gaviotas, ha dicho Elena Vizerskaya, mientras la mecía el mar
intangible que en todos existe por igual. Allí arriba patas sujetas con
acrílico asomaban anunciando a tanto profanador, la propiedad de sus nidos
terrestres.
(c) Carlos Enrique Cartolano. Scherzo, 2021
Ilustración: Rob Gonsálves (c)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario