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4 de octubre de 2011

Nuestro Jonás


NUESTRO JONÁS




Compartimos del profeta
-no importan las edades–
La senil sordera y juicio
De vida a vida o muerte.

Paralelos son los tiempos
De gemelas prostitutas.
Entre torres demolidas
Cartelean droga y armas.

¿Quién distingue bien de mal?
Si apuntan al paraíso
Y amenazan compartir
Mujer/ plato y herencia.

De ciegas fugas expulsados
Retornamos al redil
Los talentos misioneros
Y quienes vestimos sayal.



I. PARTO
…Pensé: Me has arrojado
de tu presencia;
¡quién pudiera otra vez
ver tu santo templo!...
Jonás 2, 5

Tarsis: oro soñado. Eso baste
Para urgencias del primer navío.
Porque eminente es la palabra
Ni tierra ni mar obligan. Ellos
Son fosas para tiempo y reyes.

Gritando a sus dioses despertaron
Al sordo/ desobediente o infiel
Jonás el encrespador de océanos
El corredor en sentido contrario:
Quien rehúye obligaciones.

En el umbroso vientre de la culpa
Contenido: él mismo se hundió
Permitió que el pez cenase
Y abandonó Tarsis. Los sueños
Esfumaron y la túnica secó.

Tras contracciones el vómito
Fue alumbramiento. ¡Destapen
Los oídos/ abran los ojos a Jonás!
Y el náufrago sembró de hogueras
La playa coronando el compromiso.

Las escrituras no dicen
Qué encontró en los vientres
Del barco y del gran pez. Ni cómo
Sobrevivió tres días. Ni cuánto
Demoró entre la playa y Nínive.

Tampoco cuentan los autores
Bíblicos que un perro lo esperaba
Y lo llevó ante la alternadora
Cubriendo el camino que es ritual
De lucha/ prueba y privaciones.


II. Nínive

…A ver si Dios se arrepiente,
calma el incendio de su ira
y no perecemos…
Jonás 3, 9


Primera visión:
Un palomo puesto a morir
De espaldas pecho en tierra
Marca frontera al aleteo
Y funda rito de podas.

Contempla Jonás
Desde lo alto:
No llega a ver
Ciento veinte mil penitentes
Sentados sobre ceniza
Ni numerosos rebaños
Suficientes para tiro de mil carros
O alimento de dos ejércitos.
Todos vistiendo su sayal
Y en ayunas.

Multiplicación
De número y palabras
Reflejos de testimonio y justicia:
Sus clones despiertos
Serpentean las callejas
De Nínive. El agua
Golpea las paredes
Y fluye bajo sus puertas.

El cuello del palomo en estertor:
Se mantiene interrogante
Y vacila: aunque te multipliques
-dice- como langostas o saltamontes
Aunque fugues nuevamente
Terminarás cayendo.

Contempla Jonás
Desde sombras del ricino:
Habrá mañana
-Misericorde sueño-.
El palomo hunde en polvo
Su pico. Esta muerte
Cobra parte del imperio:
Es Nínive que comienza
A morir desde las alas.


III. Polvo de sus pasos

…Nínive es un estanque
cuyas aguas se escapan…
Nahún 2, 9
Del gusano que secó el ricino
Al juicio y condena. Del alarido
De Jonás hasta el fin de iniquidad
(cuando ardió –digo- con Nínive
El odio milenario: azote de los antiguos)
Escasearon relatos del biblista.

O culminó la profecía o poco
Afectaron al imperio admoniciones
De un hombre de fe devuelto a fidelidad.
Porque cuando Jonás salió de Asiria
La feria volvió al máximo esplendor.
Hasta que Él interpuso la fuerza del enemigo.

El que durmió a los pastores y tumbó
A los capitanes de Nínive. El que dispersó
En los montes sus tropas y la hirió
De muerte. El que celebró con esclavos
Y sirvientes al caer la última gota
De acíbar del imperio. El que barrió
Polvo de murallas y hierba de los prados.

¿No fue partícipe Jonás de la justicia
De Dios? ¿No vivía ya en vecindades?
¿No asistió a la consunción de los cerrojos?
No. Esperaba confiado en el sheol el paso
De otras veinte generaciones. Después
-quizás- alcanzó la gloria.



(c) Carlos Enrique Cartolano. De Brida, 2011. 

Ilustración: Acrílico de Jerónimo Bórmida 

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