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25 de agosto de 2010

¿Orgullo represor?




23 de agosto: En la segunda audiencia de la causa
BASE NAVAL, los tres represores encausados se negaron a declarar

Primero pasaban los acreditados: representantes de organismos de derechos humanos, abogados, periodistas… Después nosotros, el público. La limitación impuesta por cincuenta y cinco lugares disponibles obligó a los policías de la dotación a realizar algunas cuentas mientras nos hacían pasar. Se trataba de la segunda audiencia de la CAUSA BASE NAVAL, que se celebraba en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata. La primera jornada, cumplida el 17 de agosto, estuvo dedicada a las cuestiones preliminares. Una de ellas, la posible acumulación de esta causa (llamada UNO) con la otra (llamada DOS) no ha prosperado por el momento, según se aclaró hoy. Tampoco la postergación ni la pretendida prescripción opuestas por los abogados defensores de los tres militares puestos frente al juicio oral.

Nos hicieron dejar los celulares y los llaveros en bandejas individuales y nos pidieron que abriésemos nuestras camperas. En esta situación de virtual entrega a los vigiladores, nos pasaron un peine detector (de armas u otros objetos metálicos) por todo el cuerpo. Fuimos ingresando al salón sin interrupciones, no bien quedó claro que cada uno de los que llegábamos para asistir a la audiencia donde se recibirían declaraciones indagatorias a los represores, lo hacíamos por legítimo interés, o quién sabe, por curiosidad, y sin que existiesen indicios de que hubiésemos planificado atentados terroristas para ese día.

En primera fila, dos Madres de Plaza de Mayo –Línea Fundadora- nos recordaron quiénes convocaban: MEMORIA, VERDAD, JUSTICIA. En realidad –pensé- esa convocatoria tiene muchos más años que los que nos separan de la última dictadura militar. Casi tantos como doscientos, o más…

Una gran filmadora apuntaba a la mesa de los magistrados y al escritorio en el cual declararían los procesados. Se trataba de una grabación oficial, claro. Estaban presentes las cámaras de los canales de televisión 8 y 10 de Mar del Plata y algunos cronistas gráficos que se hicieron notar permanentemente con sus obturadores. Nosotros, los asistentes comunes, los que logramos sobrevivir a la voracidad de estos señores de la vida y de la muerte, treinta y cuatro años después no teníamos permitido utilizar ni celulares, ni cámaras fotográficas (digitales o de las anteriores…, daba igual), ni por supuesto filmadoras.

Los primeros en mostrarse fueron ellos, los que seguramente serán condenados. El ex capitán de navío Justo Alberto Ignacio Ortiz (78 años); el ex contralmirante Roberto Luis Pertusio (76 años) y el ex general de brigada Alfredo Manuel Arrillaga (77). Hago gala aquí del uso de mis minúsculas, arte que me enorgullece porque me permite referirme a un capitán igual que a un carnicero, o a un pescador, o hasta a un médico. ¡Ninguno de todos ellos se adjudica mayúsculas! ¡Y éstos, que son ¨ex¨, las merecen menos todavía! Del lado de los acusados –era a la derecha de los jueces, y muy cerca de donde yo pude sentarme- primaban los colores oscuros, la sobriedad en las corbatas. Ortiz lucía risueño, aunque su jocosidad no convencía de nada a nadie. Pertusio impecable: un saco azul cruzado, con escudito de rigor sobre el bolsillo y un pantalón gris de raya bien marcada. La mirada clara y casi transparente de este marino especializado en estrategias para la muerte, me produjo sensaciones de zozobra y mareo. El militar Arrillaga era el único que revelaba cansancio, cierta desprolijidad en el vestir, comprimidos los maxilares con aparente violencia, ausencia o extravío en su mirada. Era el único que vestía campera.

Cabe aclarar desde aquí que los dos pescados más gordos de la causa quedaron al margen del juicio oral. Uno: el ex contralmirante Juan Carlos Malugani, quien fuera jefe de la base naval Mar del Plata en 1976, y sellaba su papelería como comandante de fuerzas de tareas; el mismo que continuó su misión diabólica en la Esma y al que el Juez español Baltasar Garzón acusó del secuestro de 42 personas, la privación ilegítima de libertad y torturas a 68 personas y la desaparición forzosa de 15 personas, llegando a librar orden internacional de captura y solicitando extradición en octubre de 2001. El segundo: el ex teniente coronel Alberto Pedro Barda, que comandó la represión en la zona de Mar del Plata y Necochea  y que ya ha sido condenado a prisión perpetua en causas previas. En ambos casos, no concurren ante el tribunal penal oral por sufrir una enfermedad mental degenerativa (algunos dirán, no sin razón, que tal enfermedad es de nacimiento. Yo creo firmemente que la de éstos, y la de todos los demás, es una enfermedad moral degenerativa).

Vuelvo a la sala de audiencias. Los únicos destellos de color se advertían en la mesa donde se sentaban los abogados defensores y del lado opuesto, donde se apiñaron el Fiscal General, fiscales adjuntos, secretarios y abogados querellantes (Gloria del Carmen León, Alejo Ramos Padilla y César Sivo). En lo que respecta a la mesa de la judicatura, los magistrados (Doctores Nelson Jarazo, Alejandro Esomoris y Jorge Michelli) se presentaron una vez que estuvieron instaladas las notebooks desde donde siguieron la lectura de las resoluciones previas, así como la individualización, identidad, acusaciones, encuadre jurídico de conductas y pruebas existentes para los tres encausados. También aquí primaban la formalidad, los colores oscuros, sólo una corbata roja delató la esperanza de una nueva primavera a menos de treinta días contados desde la fecha.

  • Los hechos

Como destacase Carlos Aurelio Bozzi en su libro (1), en numerosos artículos publicados en internet y en diversos medios gráficos durante los últimos años ¨… en la ciudad feliz, incorporada al paisaje del turismo, existió un centro de exterminio de personas que funcionó hasta después de la asunción del presidente Raúl Alfonsín, habiendo alojado posiblemente en sus últimos días a la joven Cecilia Viñas hasta su desaparición definitiva (…) La Base Naval se estructuró como centro clandestino de detención creando compartimentos distintos según fuera el carácter o la militancia del secuestrado y la división de inteligencia que requería a cada persona. Así funcionó un sector en el mismo edificio de la base, otro en el área de buzos tácticos, uno en el sector del arsenal y otro más en la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina (…) De todos ellos, la zona de buzos tácticos, ligada a la base de submarinos fue tan cruel e inhumana que una sobreviviente llegada al centro clandestino La Cacha le confesó a su amiga: esto parece el Sheraton, comparado con lo que padecí en Mar del Plata…¨ (2).

De la multitud de casos expuestos en el libro antes mencionado, vienen ahora a juzgarse las causas que por su potencialidad probatoria han llegado a juicio oral. Tales, las privaciones ilegítimas de libertad de Nelly Carricabur, Stella Maris Nicuez, Liliana Iorio, Patricia Lazzeri, Liliana Retegui, Omar Tristán Roldán, Delia Garaguso, tormentos a detenidos, agravados por su condición de presos políticos, robos, homicidios doblemente agravados de Liliana Iorio (22 años), Liliana Retegui (22 años), Patricia Lazzeri (21 años), Omar Tristán Roldán (20 años) y Delia Garaguso (22 años y embarazada de tres meses). Omar y Delia habían sido detenidos el 19 de setiembre de 1976, en un operativo en el que actuaron una docena de efectivos. La mujer había sido herida de un balazo en una pierna.

¨… El jefe del grupo ordenó dejar todo como estaba, mientras se llevaba la llave de la casa, manifestando que iban a regresar. Y efectivamente, cuarenta y ocho horas después volvió un camión militar con soldados y gente de civil que ingresaron al domicilio de los jóvenes utilizando la misma llave que el anterior grupo había sustraído. Cargaron todo el mobiliario y enseres de la vivienda, haciendo comparecer como testigo a la esposa del dueño de la casa delantera, que observó que el vehículo ya traía otros muebles de anteriores procedimientos (…) El comandante de la base naval, Juan Carlos Malugani, en nota dirigida al padre de Omar, en fecha 26 de noviembre, desconoció la detención de la pareja, alegando ignorar las causas de su desaparición. Pero, en cambio, Pertusio comunicó a los familiares el 25 de enero de 1977, lo siguiente: Personal perteneciente a esta Fuerza realizó un procedimiento en la vivienda que habitaba su hijo juntamente con una persona de sexo femenino. Al presentarse el personal militar en la casa, esta se encontraba deshabitada, procediéndose a requisar entonces los muebles y demás enseres en busca de documentación, armas o cualquier otro tipo de material comprometido (sic!), dichas pertenencias fueron trasladadas a dependencias militares donde personal especializado las hizo objeto de un detenido estudio (…) Esta Fuerza desconoce el paradero de su hijo y su amiga, ya que el procedimiento que usted menciona, y en el que habrían sido detenidos, de haber ocurrido, no fue protagonizado por personal de la Armada... (…) Similar situación se planteó frente al secuestro de Nora Inés Vaca (24 años) ocurrido el día 16 de setiembre de ese año. El padre de Nora reclamó en la base por los elementos robados del departamento en que habitaba su hija. Otra vez respondió Pertusio: 1) Es falso que su hija haya sido detenida por efectivos de la Armada 2) Ante la denuncia de que había ocurrido un secuestro de personas jóvenes, personal de esta Fuerza se hizo presente en el lugar encontrando la casa deshabitada; la concurrencia de las Fuerzas Legales respondió a su responsabilidad de velar por las vidas de todo ciudadano…  La compañera de Nora era Lidia Elena Renzi (24) años y ese mismo día la había ido a buscar un grupo de hombres, pero como no la encontraron dejaron a la propietaria del departamento que alquilaba la joven, un teléfono para avisar si la veían. El número era 8-0070 y casualmente correspondía a la base naval Mar del Plata. Lidia fue posteriormente secuestrada y aún permanece desaparecida…¨(3).

También se les han imputado a los encausados los casos de Juan Raúl Bourg y Alicia Rodríguez de Bourg (desaparecidos), de Alicia Carricabur y Stella Maris Nicuez (secuestradas), así como de Luis Salvador Regine (privación ilegítima de la libertad y tormentos agravados). Con respecto a este último caso, los hechos se remontan al 24 de marzo de 1976, cuando personal militar irrumpió en la casa del matrimonio Regine y retuvo en el lugar a la pareja, a su hijo y a la suegra del propietario. Regine fue trasladado a la base naval y torturado mediante inmersión en un recipiente con agua hasta su sofocación. Más tarde, Regine fue liberado tras informársele que el operativo había sido producto de una confusión, ya que buscaban a Diego Ibáñez, un dirigente ya fallecido del Sindicato Unido de Petroleros (SUPE), quien habría vivido en la misma casa algunos años antes.

¨… Hasta el mes de setiembre de 1976, la lista de personas vistas por testigos en la base naval, a más de las nombradas, era la siguiente: Carlos Alberto Oliva, Susana Laura Martinelli de Oliva (4), Rosa Ana Frigerio, Fernando Francisco Judi, Alberto D´Uva, Omar Alejandro Marocchi, Susana Valor de Marocchi, Jorge Audelino Ordóñez, Adalberto Sadet, Lidia Álvarez de Sadet, Enrique Daniel Nario y Liliana Pachano de Nario, todos con edades que no superaban los 24 años…¨(5).

  • Orgullo represor. ¿Quiénes son los que una vez más se callaron la boca?

El día de la fecha iban a recibirse las declaraciones indagatorias de los tres acusados. Sin embargo, ninguno de ellos declaró. Primó su orgullo de represores, de militares a los que la justicia civil no puede alcanzar, de patriotas que pelearon una guerra ganándola. Reservaron la posibilidad de declarar más adelante…  ¡Hipócritas! Prefirieron mantenerse ante la opinión pública como iluminados impunes, antes que –de una buena vez- ponerse de rodillas frente a Dios y a la nación. Se los invitó una vez más a la redención, llamándolos en el siguiente orden:

Justo Alberto Ignacio Ortiz. Hace 34 años, en 1976, tenía 44 años; ahora tiene 78. Camina apoyándose en un bastón; se lo ve perfectamente consciente y ensayando permanentemente una sonrisa despreocupada. En la época en que se cometieron los hechos por los que se lo acusa era subjefe (segundo de Juan Carlos Malugani) de la base naval donde funcionó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio de personas. Se lo acusó de más de trescientos cincuenta delitos de lesa humanidad y su nombre –junto al teléfono de la base- figuró en el papel que el grupo de tareas dejó en la casa de una joven que secuestraron y que aún permanece desaparecida. Cumple arresto domiciliario, pero con la particularidad de que el domicilio donde el juzgado se encarga de efectuar controles –calle Los Pájaros- pertenece a un complejo de cabañas entre los cerros de Merlo, San Luis. El mismísimo administrador del centro turístico parece ser Ortiz; su emprendimiento turístico figura en la página oficial del municipio,  y está incluído en la oferta hotelera.

Roberto Luis Pertusio. Hace 34 años tenía 42 años; ahora tiene 76. Entonces era capitán de fragata y jefe de la Fuerza de Submarinos asentados en la base naval Mar del Plata. ¨… Varios testimonios lo sindican como el encargado de los operativos en los que la marina, bajo directivas del Grupo de Defensa de Artillería Antiaérea 601, secuestró a diversas personas en la citada ciudad, con posterior desaparición de las mismas (…). En 1984, según registros de la propia armada nacional, aún era jefe de la fuerza de submarinos. Lo extraño de su ubicación en el esquema de la base naval era que no aparecía con escalafón oficial alguno, porque cuando el estado mayor de la armada informa al Tribunal Federal Oral de Mar del Plata, las autoridades de esa unidad militar por el período 1976-1983, (Pertusio) no figura con cargo alguno en el listado (…) Es probable que la fuerza de submarinos haya operado en ese entonces con la de buzos tácticos, que para 1976 tenía como jefe al capitán de fragata Raúl Alberto Guiñazú, y en 1977 al capitán de fragata José Omar Lodigiani (…) Ya retirado, Pertusio se dedicó a la investigación y difusión de sus trabajos…¨(6).

En él se nota más que en los otros el orgullo que lo inflama. ¿Por qué? Por su trayectoria. Por su docencia… ¿Docencia? Nos declama hoy que no sólo es ex contralmirante, sino que ha sido –¡durante 10 años!- Profesor de la Universidad de Belgrano, en postgrado y en las carreras de Ciencia Política (sic!) y Relaciones Internacionales. También que ha sido integrante del Comité de Estudios de Estrategia Militar y Organización Superior del Centro Naval Argentino. Que se especializó en estrategia nacional e internacional, participando en paneles auspiciados por la Escuela de Defensa bajo el temario de Seguridad Hemisférica y Defensa en Espacios Regionales… Por supuesto, que ha sido también Profesor de la Escuela de Guerra Naval.

¡Tanto orgullo cuando tanto ha lastimando, dañando aún a generaciones posteriores a la del genocidio, este peculiar docente Pertusio! Y pensar que se le suspendió la prisión domiciliaria y se lo alojó en Marcos Paz cuando se comprobó que abandonaba su vivienda para concurrir a las reuniones de asesoría de la Armada… Pueden encontrarse –inclusive on line- algunos libros de este señor, tales como Una Marina de Guerra ¿para hacer qué? (7); Entre la guerra y la paz: ese corto trecho (8) y Estrategia Operacional (9).

Alfredo Manuel Arrillaga. Tenía 43 años en 1976. Ahora tiene 77. Pero este general de brigada retirado viene arrastrando otras historias posteriores a las marplatenses. Con los grados de mayor y de teniente coronel ejerció funciones como jefe de operaciones de la agrupación ADA 601. Alguna vez dijo ante un juez: No tenía a mi cargo, ni a mi mando, ni bajo mi responsabilidad, ninguna fracción orgánica del ejército… Admitió entonces que hubo detenciones de personas que quedaban a disposición del poder ejecutivo, pero negó haber participado en esos procedimientos. Se le adjudicaron cuarenta y siete privaciones ilegales de la libertad agravada, treinta y siete imposiciones de tormentos agravados, cuatro imposiciones de tormentos, un hecho de lesiones y dos homicidios calificados por ensañamiento y alevosía. Estos últimos, los asesinatos de los abogados Centeno y Candeloro. Fue también responsable en 1989 por las torturas y ejecuciones de militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP), secuestrados luego del intento de copamiento del cuartel de La Tablada, ocasión en que se lo encausó. Asimismo, registra participación en otra causa marplatense, la que juzga los delitos de lesa humanidad cometidos en La Cueva. En su momento hizo estudios profesionales en Alemania y en Francia, así como se especializó en agregaduría militar… ¿Estudios para matar mejor? ¿Para que ninguna clemencia pueda distraerlo …?

Escasa una hora de permanencia en la Sala de Audiencias. Total: que los tres acusados omitieron declaración indagatoria, prometiéndola para más adelante… Cuando salíamos me pregunté si a ellos no les habrían pasado ese peine detector de elementos extraños que pueden comprometer la seguridad de los demás. Si lo hicieran –concluí-, y si esos aparatitos pudieran detectar ideologías destructoras de la nacionalidad, sonarían todas las alarmas del planeta.

Mañana no habrá audiencia, ya que las partes recorrerán las instalaciones de la Base Naval. Volveremos el lunes 30 de agosto.


(1) BOZZI, CARLOS AURELIO. Luna Roja –desaparecidos de las playas marplatenses-. Mar del Plata, Ediciones Suárez, 2007.
(2) BOZZI, CARLOS AURELIO. Luna Roja
(3) BOZZI, CARLOS AURELIO. Jefe Navales detenidos en Mar del Plata. www.elortiba.com, 23.02.2007.
(4) Sobre este matrimonio de desaparecidos, véase mi artículo ¨De qué se reirá Racedo¨, en http://diasporasur.wordpress.com. El encausado Racedo llegará a juicio oral en algún tiempo más, ya que es uno de los procesados en la denominada CAUSA BASE NAVAL DOS. En esta misma segunda causa se procesó a Rafael Guiñazú, Mario Fórbice y Juan José Lombardo, entre otros.
(5) BOZZI, CARLOS AURELIO. Jefes Navales
(6) BOZZI, CARLOS AURELIO. Jefes Navales
(7) Instituto de Publicaciones Navales, Buenos Aires, 1989
(8) Hardcover, Instituto de Publicaciones Navales del Centro Naval, Buenos Aires.
(9) Hardcover, Instituto de Publicaciones Navales del Centro Naval, Buenos Aires.

(c) Carlos Enrique Cartolano, 2011

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