El
mapa urbano viste montes, ríos; las paredes sueñan; las mujeres y los niños se
pierden en claroscuros, y resucitan al recortar siluetas sobre el fogonazo.
Ambas caras de una misma realidad navegan, vuelan, y caen aquí: yo soy el portaobjeto.
El portaobjeto
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