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19 de noviembre de 2019

Hoy me alcanzó Ariadna ...



   Hoy me alcanzó Ariadna, la de sueño fácil y mágico despertar. Dicen que cuando se durmió por última vez, a finales de 2010, su piel atendida volvió a lozanías del carrara original. Tal, la restauración que le permitió yacer con ella misma, devuelta de una suma de fragmentos. Sé que su primer sueño la atravesó mientras esperaba en la playa de Naxos aprestos de Teseo, y nuevamente cuando sabiéndose abandonada, la sedujeron abrazo, ternura, bebida y candores dionisíacos. Ignoró invasiones, mudanzas, guerra sinfín, represión religiosa y oprobios del maltrato romano, hasta que la despertó Cristina de Suecia –el triunfo de una mujer entregada a ciencias y cultura, con la que pudo dialogar en ocho idiomas, trazar mapas terrenos y estelares, volver a modelar para artistas-. Y nuevamente fue despierta en manos de Isabel Farnesio de Parma, por justificar su imperio femenino. Dormida en El Prado, ambos brazos la protegen aún de sobresaltos por tanta existencia enamorada del blanco de su carne transparente, al cabo de mil novecientos años.

Ariadna dormida en El Prado

(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2019

Ilustración: Ariadna dormida 

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