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8 de agosto de 2019

Uno, dos ...




  Uno, dos, cuatro, nueve, veinte pajareras. Podría disponer cientos. Pero no resta en mí afán de orden ni menos la clasificación. ¿Qué orden? Apostamos al caos para remediar la herencia, dijeron y repiten. Pretendo la guarda, un punto de vista, tender la mirada como ropa de cama, la mejor imagen. En síntesis: la traducción, como superación de soledades y melancolías. ¿Para qué clasificar si no hay regencia posible? Ir al encuentro de la fealdad entonces, o de la belleza, porque da lo mismo. Los pájaros azules –si los hay se verán mejor junto a los blancos. Y los pardos, estos que alardean y clavan zarpas del final, son los del más hermoso horror. Aún hay oportunidad de pájaros negros, capaces de recortar la noche. Pajareras para traducir.

Fogwill II


(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras Imaginarias, 2018

Ilustración: Irene Hardwicke Olivieri (c)

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