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25 de noviembre de 2011

Brillo azaroso




Arrastro textos -aunque leídos- a medias digeridos
Antes del viaje. Y hacia ellos voy
Como destino en la derrota y atento
A sus reclamos. Uno es de Manguel
Y refiere del azar un orden interior
Supérstite en bibliotecas/ Ferias y lecturas:
Lo que otra mano pone -si podemos atribuirlo-
Como la bienvenida en cada blanco
O el velo que descorre una estampida de palabras.

El otro: una carta de Susan Sontag a Borges
Jorge Luis –maestro- diez años después
De su muerte inexplicable en Suiza porque no ha muerto.
Y recuerda la carta al palabrista diciendo
Cada cosa que suceda deberá considerarse un recurso
Como la ceguera en Borges. Que era el tema.
El escritor y el hombre habrán argumentos
Al infinito… Pero –maestro- somos tan torpes:
Nuestra ceguera es interior. Se acabaron
Ciertas chispas. Apenas fuegos fatuos
Esporádicos brillan y avergüenza su pobreza.

El azar puso a Borges junto a su alumna y después
Esposa. Ella heredó tapas de cartón y resúmenes
Bancarios. Afortunadamente no la inmortalidad
Del maestro que continúa escindiéndonos palabras
Y destinos con su báculo (mientras la industria
Editorial compite por el número de páginas
De unas obras completas). Ahora sabemos
Que aquella muerte en Suiza fue un recurso
Aprovechado por el brillo del maestro que aún escribe
Desde muchas-muchas-manos/ En todo papel o pantalla.

Para nuestra fortuna.


© Carlos Enrique Cartolano. De Brida –Tres poemas en viaje-, 2011

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