Hay
etimologías que sólo resuelve el fuero íntimo. La de conveniente, es una de ellas. Aunque carezca de mayor afecto hacia
los británicos –considero que han causado bastante daño a mi país y superan la
docena de “invasiones inglesas”-, me parece ventajoso (por tanto, conveniente) alimentar mi costado
ficcional con sus filmes policiales, o con las series de detectives e
investigadores que ahora ofrecen las distribuidoras de internet. También creo
que sólo para mí resultará conveniente aserrar
páginas que permanecen sin cortar, en esta edición de Las musas inquietantes de Cristina Peri Rossi, para participar del
descubrimiento de San Francisco –USA- al atardecer, luego de que pasara -ahora
para mí- el pincel de Michael Andrews. Y
compartir con la poeta el puente en franco vuelo de crisálida. Quiero decir que
en mi diccionario etimológico de interiores –todos tenemos uno de ellos-, he
leído razones por las que me resultó conveniente
compartir la mirada de los plásticos en mi escritura, como ahora demuestra
y suma la amiga de don Julio. Y agrego: conveniente será conocer finalmente la
ciudad donde la nueva poesía estadounidense viaja en tranvías.
No hay
dinero, no es de ganancias de bolsillo la conveniencia, como rezan ingenuamente
los diccionarios, sino siempre de la satisfacción íntima que ocasiona el
progreso espiritual. En este tiempo digo que resulta conveniente mantenerse despierto cuando se sueña, calcar bordes al
país deseado, para intentar al cabo traducirlo a realidad. En fin, que resulta conveniente ser este al que mi nombre
alude, con mis gustos y preferencias artísticas al filo de satisfacción, y cada
vez menos aquél de agenda o directorios.
Reviso nuevos tesoros
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018Ilustración: Michael Andrews (c)
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