Cualquier opción preferible al soterrado. El
pensamiento fructifica al aire libre; su lozanía me alegra con cada desayuno.
Hablo de la emoción que no será tal sino en exteriores, con humedades al tacto
y a la vista. Descarto los enterramientos: camino lejos del cadáver propio, y
seguramente otros lo verán antes.
Soy el
más díscolo fragmento del planeta; llevo los pies untuosos de barro. Copio un terrón
que entra al agua a cada instante, como a esa brizna de tierra
sobre un pico de calandria. De mí nada se para
bajo suelo. Antes alza el aire, parte la bruma.
Porque cada día extrae en mí de Delfos un auriga, imagina el carro en
extensión de riendas, el golpe de los cascos, bufidos al frente, sus corceles,
digo, pulsan en mi boca. Sinfín de palabras: sierra del cuerpo.
En
antípodas de mi derrota aunque la angustia sepa y espere.
Nómina de achaques
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018
Ilustración: El Auriga de Delfos
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