Estoy
en vísperas y llegan los más queridos. Entran todos al tabernáculo mientras
–una vez más– preparo el fuego. Me recordé en la memoria del resto y por eso
vuelve a su altura la llama. Rememorar compartimenta dos ambientes: cuanto
continúa ardiendo en uno, y todo lo que hace posible el deseo en el otro.
En este
día me apodera la presencia de mi nieto menor, porque él apoya sus pies
pequeños en mis huellas. La herencia es de ida y vuelta: tanto como recibí y
las sonrisas en torno. Acaso hoy me llame Santiago, y en él convivan todos los
amados durante setenta años.
Bato el
aire sobre la leña y se puebla de chispas. Afuera, otro continúa soplando y
sobre el mar un códice eléctrico descubre la noche ¡Gracias!
Después del diluvio
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018
Ilustración: Giorgio de Chirico (c)
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