el violín
de Man Ray –le violon d´Ingres-
Acaso
le faltaba pasión a Emmanuel Radnitzky –Man Ray-, y en su amor escaseaban
caricias, tal como afirma la muchachita de apenas veinte… Tanto, tanto, que
ella debió besarlo, luego de desnudarse, ya sentada al borde de la cama de él,
y excitada tras presenciar los resultados de la sesión fotográfica anterior,
porque el hacedor permanecía impávido, tan tranquilo, siempre más atento a la
consecuencia artística que a la bellísima causante –su modelo-. ¿Cómo
permanecer indiferente ante Kiki –Alice Prin- de Montparnasse (Francesita:
châtillon-sur-Sene, 1901/ Sanary-sur-mer, 1953), aprendiz de linotipista,
panadería y encuadernación, modelo libérrima, cantante, artista plástica, y
sobre todo pródiga amante? ¿Cómo, si ella era la palabra, la música, el color,
la belleza de pie, en total entrega? ¿Cómo? Acaso la surrealidad del “fotógrafo
quieto”, pretendía ver a Kiki en ojos de otro, abrazando una marioneta de
piernas tan largas que rozaban el escaso vello púbico de la modelo (Marionnette
a fis). O con una estrella de mar sobre uno de sus pechos (L´etoil du mer). Acaso
necesitó Man Ray que el terremoto de esa mujer lo despertara cada mañana con su
dosis de amor inagotable, en nuevas variantes de placer y seducción, siempre
“tan desnuda como un caballo”. O finalmente, debió ponerle cuerdas en la
espalda, para lograr interpretarla en total placer.
Porque
ha dicho Ligidos-Gonzalo al comentar su libro de memorias, que la boca de ella
era un incendio, que su corazón era una alcachofa: cada hoja, el nombre de un
amante. Y que el ombligo del mundo en entreguerras, estaba en Montparnasse, con
su corte de artistas, escasos en todo menos en vino y amantes (elmundo.es). Así
debió ser; ya que en 2011 Midnight in Paris (Allen-Woody, oscar al mejor guión
cinematográfico) lo confirmó, con algunas verdades y frondosa imaginación. La lista de amigos y amantes a los que
deleitó en poses y amor es extensa entonces: Maurice Medijzky, Gustaw
Gwozdecki, Man Ray queda dicho, Jean Cocteau, Marc Chagall, Serguéi
Eisenstein, Guillaume Apollinaire,
Anatole Litvak, Alexander Calder, Tsuguharu
Foujita, Amedeo Modigliani, Jules Pascin, Moïse Kisling, Chaim Soutine, y hay
más…
Participó en ocho películas, pintó muchos
cuadros, y algunos retratos de amistades. Alcanzó resonancia su exposición de
1927 y en 1929 la eligieron “reina de Montparnasse”. Entonces, una multitud la
escoltó a La Coupule, donde se celebró uno de los más opíparos banquetes de que
se tuviera memoria hasta entonces. Pero los años dorados languidecieron en la
crisis económica, y en 1939 la guerra europea dispersó a sus amigos por todo el
mundo. En la miseria, con su belleza hecha trizas, nadie quería escuchar las
canciones con las que recorría los bares y cafetines de mala muerte. Tuvo
problemas psiquiátricos y estuvo internada. En la primavera de 1953, la “mujer
violín” se desplomó en la rue Brea. Ignoro si recibió algún homenaje tras su
muerte. Aunque sí supe de las copiosas lágrimas derramadas por Man Ray.
El 11 de octubre de 2007 a través de Sin
Sentido, se editó el libro-comic “Kiki de Montparnasse”, debido a Catel y
Bocquet. Traducido a varios idiomas recorre ahora el mundo y alcanza precios
verdaderamente importantes. Desde 102 Franklin Street de New York, un
fabricante de lencería lanzó una colección “sexi”, haciendo del apelativo de la
modelo su marca: “Kiki de Montparnasse”. Abrió tiendas del producto en
Manhattan y Las Vegas. Y hoy, 7 de febrero de 2018, tras leer la carta con
azúcar de Kiki a Man Ray, se me ocurre este texto –por más memoria recobrada-.
… Siento un dolor
en el corazón al pensar que esta noche estarás solo en tu cama, te quiero
demasiado, sería bueno que te amara menos porque no estás hecho para ser amado,
eres demasiado tranquilo. A veces tengo que suplicarte por una caricia, por un
poquito de amor… Pero tengo que aceptarte como eres, después de todo eres mi
amante y te adoro; vas a hacerme morir de placer, de amor y de pena.
Te muerdo la boca
hasta que sangra y me emborracho de tu mirada indiferente y a veces mezquina…
Fragmento de una
carta de Kiki a Man Ray, diciembre 1921
…Kiki reinó en esta
era de Montparnasse, con mucha más fuerza de la que nunca fue capazla reina Victoria
a lo largo de toda su existencia…
del prólogo de
Ernest Hemingway para las memorias de Kiki:
Les
souvenirs retrouvés,
1936
(c) Carlos Enrique Cartolano. Recuerdos del olvido, 2018
Ilustración: Kiki de Montparnasse
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