los mirmidones cayeron dentro
de
sus hormigueros
como naipes con los que juega el viento
fue al toparse con el escudo en llamas
de apolo
todo quedó a la luz
también
el contenido
de las armaduras patroclo
pagó
caro su osadía perdió vida y manto
ya nadie pudo confundirlo
con aquiles el colérico
pelearon por su cadáver aunque no era
la piel de un toro
las nuevas lágrimas forjaron armas
y armadura
después nadie quiso mostrar apariencias
del guerrero bravo en llantos
a
las puertas dijeron
entre muralla y muralla a plena luz
en boca de espías heridos prisioneros
que nadie preste su cuerpo al otro
© Carlos Enrique Cartolano. Con el cantar se consuela
–troyanas-, 2013
1 comentario:
que nadie preste su cuerpo al otro
(...) personne ne prêt son corps aux autres
Gracias Carlos,Eugenie
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