en la batalla
por sostener sentimientos de su pasión
exangües ambos bandos
necesitaron sus dioses protectores
sobre
el yermo previo a la batalla
por vestir desapariciones a la muerte
me vi envuelto en agonía
de troya
sería invernal ese episodio
sin que homero ni graves lo dijeran
porque eran grises los pájaros
del amanecer y escaso el canto
débil
paris odioso diomedes y bravo
el héroe de Virgilio en el combate
su brazo fue mío no la espada
mi poeta en la voz no comprendía
si era sólo un vórtice en pelea si los dioses
ocupaban cenitales mis enemigos inclinaban planos
mientras alguien llevaba cuenta de palabras
y
la brisa bruñía los escudos
troya toda fulgió en aullidos griegos
cuando me vi calzado de armaduras
entonces fue la herida para eso
la batalla los
brazos de afrodita y mi grito
el icor que manaba sobre eneas
mis manos empapadas con ingenuidad de diosa
no era roja esa corriente
tampoco azul era blanco el icor licua polvo
lunar con leche de pastoras
él es tiempo
lluvia de los siglos desatada
sólo los mortales gastan los relojes
la intervención divina no tiene fin ni tuvo inicio
abrí la boca entonces cuando estuve solo
la
batalla era en mi voz y no cedía
© Carlos Enrique Cartolano. Con el cantar se consuela
–troyanas-, 2013
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