La angustia de ser sucesivo pero a la vez lento
Compasivo con cada crepúsculo a un costado
Del sendero. Gradual en la sorpresa paulatino
En la conciencia. Se ignoran suertes acechanza
En cada cruce pero nunca fue eterna la noche.
Siempre alumbró la madrugada siempre varió
El reflejo con los años y la piel un pergamino
Que la historia sobrenada. Los relojes miden
Atardeceres esperas las más crueles agonías
Con la fe presente encendiendo sus candelas.
Pero el tiempo real escapa a los cuadrantes
El que se mide mirando atrás claro profundo
Con sucesión de dolores y venturas con goteo
Paciente tormenta crónica fogonazo y lágrima.
Al fin: cuando muere la brisa y la voz cesa.
© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012
2 comentarios:
Intenso,malancólico y lleno de sentido. Me Gusta mucho, tienes un don en la palabra amigo Carlos.
No, el tiempo real queda en tus palabras.
No se mide.
Un abrazo
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