De cuanta fatuidad llena el mundo estos
Angelitos de friso dintel casi cielorraso los
Que llevan alas recogidas son el colmo:
No llevan huesos que de tenerlos serían
Osamentas solubles en la boca. Parecen
Huestes celestes en broma rastra no llegan
Siquiera a altura de catedrales se alcanzan
Con escalera: van ahogados en cenit de sala
Comedor o dormitorio puro yeso y están
Engomados con estuco. Son un plagio.
Ni parecen metástasis de rumor divino. Son
Mala copia no laten y éstos enroscan sus
Deditos sin que se vea. Se ríen ¿De quién
De nosotros del creador o aún de ellos?
¿Y los verdaderos? No llegaron o no existen.
© Carlos Enrique Cartolano. De Negro de hueso, 2012
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