Porque no
hay flor más solitaria que el faro de medianoche ni
Opacidad
en aromas de plaza pública un domingo ocho de la mañana
Cuando se
arrancan sueños de mármoles blancos ya las palabras
Chillan
como cabestros en sus jumentos y las escasas miradas surten
Con bebederos
de celeste recién alumbrado. Pascuas en los ojos:
Los que
anuncian en cualquier otro la primavera los revolucionarios
De
interiores los que disparan sus bengalas inexplicables tan repentinas
Que me parecen
tatuajes del alma. Porque pongo mis pies en el sendero
Cuando
iniciaste el derrotero inverso y porque dibujo en tu paso
Mi huella:
hoy compruebo al espejo enamorado. Él acorta distancias.
© Carlos
Enrique Cartolano. De Leyes, 2012
Ilustración:
Laura Grauman ©
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