Fue al mostrar aquella foto: la señora de dobles
letras con boca
Torcida intencionada sonrisa a punto de asaltarnos que
te miré.
Habíamos emergido diferenciándonos del cepo de una
noche como
Pocas: en su interrogante prado con brotes húmedos de
lágrimas
¿Por qué no quedaban pegados mis ojos por qué no
sujetaban fuego
De tu alambre dulce maleable y capaz de atar de todo?
Sí: menos
La mirada ahora huidiza la escarpada pared de piedra
allí me resisto
A clavar peldaños antes el declive era suave subidor
un aperitivo.
Será esto de la mutación constante del cristal que se
licua al infinito
De lágrimas besando fotos: picachos de hielo sobre
antiguas gemas.
© Carlos Enrique Cartolano. De Leyes, 2012
Ilustración: Warhol
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