se tendieron sombras a los pies de todos
pero tu umbría se disipó
como arena fina al viento. había crespones
echando cerrojos en las puertas
sólo por la tuya se colaba el sol. y ardiente.
las lenguas del mundo se secaron
no la mía encharcada sinfín por tus mareas.
se cascaban las voces
de pronto fueron disfónicos radios coros
la memoria se volvió confusa triunfó el olvido.
entonces escuché tu palabra
amplificada en delirios de amor sobre mi boca.
y en el orgasmo rojo de una tarde alzamos vuelo.
© Carlos Enrique Cartolano. La lengua es un cerrojo,
2014
Ilustración: Michael Hiep
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