con menos años la mirada era un satélite
ignorante del hurto
planeaba con ella eludía brisas culturales
y desde la luna
porque no estaba debajo
me quedaba contemplando la vereda
de mi casa habitada por sillones de mimbre.
días de verano
con luciérnagas y mariposas en los frascos
a la ilusión del día consagraba la noche.
con más años creció la lengua
sobre
ella
proyectó la luna su espejismo
para reflejar a mis demás el amor el llanto
y los quehaceres.
entonces
cuando el verano yacía con la noche
volvieron luciérnagas y mariposas
a despertarme en la mirada.
la existencia es esta red de cuevas
que recorre el eco.
© Carlos Enrique Cartolano. La lengua es un pestillo,
2014
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