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El tercer ojo: hice un recorte destinado a
sintetizar cuanto se ha dicho de él; recordé a Lobsang Rampa –místico o
comerciante, nunca lo supe–, y a mi amigo Adrián: su lectura casi obsesiva de
los libros de aquel. El vórtice, la energía, la senda al jardín interior donde
la poiesis cifra al hombre, el ver más allá, el ver atrás cuando dibuja ventana
a la glándula pineal –entonces es la mirada del ángel de Walter Benjamin–. Y
recordé a Ulises de frente al cíclope, cuando el volcán en erupción hizo temer
por los navíos en torno a la isla. Y escuché al loco, al clarividente, a
Rimbaud en viaje africano, al poeta maldito, al moribundo en último balance.
Me
dijeron de las teorías del doctor Rick Strassman, sobre el DMT o molécula espiritual,
la dimetiltriptamina, un enteógeno
alcaloide que sería excretado en grandes cantidades al nacer y al morir. Y
recordé la herencia cartesiana, el
pretendido territorio del alma, por la que la fisiología de la glándula pineal
está involucrada en la sensación, la imaginación, la memoria, y hasta es causa
de los movimientos corporales.
Y
me detuve en el cuerpo, en la ubicación del tercer ojo, en el dolor que la
confusión produce, en la impotencia que surte la condena por fragilidad del
hombre. Y en cada pregunta y todas las cuestiones sin respuesta; y en todas las
preguntas que he formulado.
Una
vez más reflejé mi abdomen en el espejo, y allí, en uno de los bordes de la
herida encontré una ventana a lo inexplicado; no sé si el tercero, o acaso un
cuarto ojo, bajo broche y cinturón, definiendo mi naturaleza inferior, mi
rusticidad o tal vez mi preferencia por satisfacciones de la carne. El otro vórtice, la mirada imperdonable, un
rastro quirúrgico que insiste en alzar párpados y tender nuevos cascarones; mi vínculo con el surco oscuro del jardín. Castigo
quizás, o condena firme puesta en camino.
Si hay más de un
corazón, se ha dicho, y es posible sentir
con los intestinos, por qué no disponer de terceros, cuartos y hasta quintos
ojos en distintos puntos del cuerpo. El hombre genérico, en cuanto inexplorado,
es una existencia desconocida.
(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021
Ilustración: Aldo Sessa (c)