239.
En soledad no estoy solo. El noventa
por ciento de cada día estoy conmigo, soy mi conviviente educado y tolerante,
conocedor de ventajas, fallas y secretos. Administro mis cambios, la evolución
de carne y numen, los misterios de la noche, el gesto lírico, la prospectiva y
el pendiente. Sumo mares calmos, tempestades, oleajes del amanecer, ansiedades
del posible y bloqueos de la edad.
Recuerdo ahora los
momentos de mayor soledad en mi existencia, cuando me cercaron las muertes familiares,
y viví en habitaciones de pensión o en condominios donde con razón los vecinos
me ignoraban. Entonces el dibujo, la escritura que siempre respondió a
proyectos de reparación, y por las noches: la radio. En 1968, desde la
habitación de una pensión en Almagro, descubrí el tango en la voz poética de
Julián Centeya, el de versos orilleros y relatos del malevaje porteño. El hombre gris era Amleto Enrique Vergiati, ítalo argentino, letrista
de tango,
que murió muy pocos años después de que lo conociese, en 1974.
(c) Carlos Enrique Cartolano. "Scherzo", 2021
Ilustración: La voz (c)
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