Me
acompañó al nacer una tormenta de verano. El agua cantó aquel mediodía de mi
pueblo sobre teclados de canaleta, y cuentan que los gotones medían ese enero
quince, cuatro centímetros de diámetro. Desde entonces la corriente me circundó
a medida, interesó el garguero, cristalinos, y salpica a diario los papeles. El
tiempo es cuanto sujeta a flote; por eso son líquidas mis cronologías.
Y es
barco la existencia, marea el verso de media luz, cuando llueve todavía y en
cada esquina nazco al mismo arroyo. Quiero decir a mi gota, fragmentada en
tantos días como viví. Ahora ella penetra mi memoria: porosa, evolutiva, gran
mutante, cuerda, lengua y línea.
Discurso del tiempo
(c) Carlos Enrique Cartolano. Pajareras imaginarias, 2018
Ilustración: Baptiste Debombourg (c)
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