Aquí estaban esperándome ellas sobre la cuerda
dispuestas
A seguirme en fiel hilera que jamás permanece estampa
Muestran para iluminarme nunca duermen viborean entre
brazos
Derriten palabras en los puños. Ellas imágenes de cada
día
Las astillas que demorarán implosiones hasta mi tarde
de candil
Detrás del humo. Aquí estaban savia en la mirada
destellos
En el verbo no siempre justas: buscan un alojo
propicia guarida
De los ojos desprenden su tiempo cristal ametrallado son
filtro
Siempre cuelan y después yacen inanimadas. Ellas son
barniz:
Separan mi esencia de otras miradas a las puertas del
santuario.
© Carlos Enrique Cartolano. De Plumas y susurros, 2012
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