En el piso abrazado a una pata de la mesa me creí
A las puertas del infierno ¿cómo desmerecer este
temblor
En las manos cerrarme a los murmullos? Que me repito
Alguien afirma ¿Qué la palabra estaba dicha no
resultaban
Necesarias nuevas corrientes de imagen con el agua?
Claro
Lo tengo ahora diáfano en mi fotografía: quien lee
hunde
Planta los dedos en masas levadas de la intimidad no
sabe
Dónde concluyen armaduras y arranca el brote tierno
Manotea impaciente buscando la pieza que falta -¡tan
difícil!-
En su rompecabezas. Es que teme decir por boca propia.
© Carlos Enrique Cartolano. De Leyes, 2012
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