Cuando todo este amor blanquee sus huesos sabré
A cuál de mis hijos me parezco a qué renuncié cuándo
Erré la bifurcación si el escarnio fue violeta o rojo
A qué obedece el humo que encanece amarillea arruga:
Porque aún la sangre me transita en infinitas
estaciones.
Mi identidad rumorea en el estanque conversa centra
El paisaje sin pinceles. Por la tarde los alados
concluyen
Su tarea el crepúsculo a toda orquesta sigue
convocando
Y los filmes del sueño forman cola detrás de las
miradas:
¡Resulta cotidiano este paraíso inasible a las
preguntas!
© Carlos Enrique Cartolano. De Leyes, 2012
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